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BHANDOR, EL DRAGÓN ESTOICO
A LOS QUE VENGAN.

Soy Bhandor.
Vivo en una profunda cueva que se adentra en la tierra húmeda de las gargantas montañosas de la Cordillera de Los Andes.
Soy un solitario. Soy un estoico.
Soy el último Dragón.
Un Ser Superior en este mundo dominado por esta estúpida raza humana.
Vivo aún porque los Dragones viven muchos años.
Pero creo que moriré pronto, muy pronto.
Tengo miles de años, tantos, que no me importa contarlos.
Es duro ser Dragón y vivir en esta Tierra dominada por esta gentuza ignorante y estúpida, los simios-humanos.
Están llenos de falsos orgullos, envidias, ambiciones y traiciones.
Creen que Bhandor es un Demonio, un monstruo, un asesino, cualquier cosa.
Ignorantes que destruyen lo que no son capaces de comprender.
Estos "simios", durante miles de años, nos han perseguido y matado.
A mis congéneres, los dragones supervivientes a la destrucción que causó el asteroide que chocó con la Tierra, ocasionando el Fin de los Grandes Saurios.
Y el ocaso de nosotros, su Raza Superior.
Estos últimos Dragones entregaron sus conocimientos a los humanos.
Después, estos los persiguieron a muerte. Fue el fin de nuestra Raza Dragoniana.
El fin de una Cultura maravillosa, casi Perfecta, que formaron mis antepasados en millones de años de evolución. Entiendo que el cambio del ambiente nos debilitó.
Tiemblo al ver que ahora los "Simios-Humanos" están destruyendo el Planeta aceleradamente. Es un suicidio. ¡Qué desgracia¡ ¡Son tan estúpidos y tan feos¡
No tienen el colorido de nuestra piel escamosa, ni los soberbios y filudos dientes que adornan nuestras fauces. Ni nuestras alas que nos permiten surcar los cielos. Ni los ojos rojos con que vemos en la obscuridad y el interior de las cosas. Ni el sentido que nos permite determinar las distancias entre los objetos. Ni nuestras hermosas garras.
Ni la Magia.
En realidad me es incomprensible que seres tan débiles y malvados, hayan reemplazado nuestra cultura.
En fin, así es el Destino. Así son las Circunstancias.
Creo que estoy muy próximo a partir a la última etapa evolutiva. Al encuentro con la Luz Eterna.
Antes de irme, quiero dejar escrita mi historia en la cinta que rodea la Tierra, donde están grabados todos los hechos sucedidos en este mundo.
Todas las conversaciones, infidelidades, traiciones, pasiones, crímenes, crueldades, envidias.
También las adoraciones, fidelidades, lealtades, amores, renunciaciones, hechos heroicos, legados literarios y culturales.
Los Escorpiones, la futura Raza Dominante del Planeta, leerán esta, mi despedida, en su oportunidad.
También dejaré una copia escrita en idioma castellano, por si un Humano la lee.
No los odio, sólo los compadezco.
Nos sucedieron en el mando del Planeta, ya que el cambio del clima, de alimentación, de composición de la atmósfera, nos debilitó, enfermó y privó de muchas de nuestras capacidades. Hemos tenido una larga agonía.
Soy el último de la más fantástica Raza que jamás existió y que, creo, jamás existirá en este Planeta Tierra.
Un hecho fortuito nos destruyó. Ajeno a nuestra voluntad.
El Gran Dios así lo quiso.
Yo, Bhandor, acepto nuestro Destino. Soy un Dragón.
No sé si es soberbia escribir nuestra historia, en forma tan resumida.
No sé si sirva para los que vengan.
Pero creo que es mi deber contarla, para que nadie crea que es la Raza Superior.
Todos deben saber que nadie es superior a las circunstancias.
Que todo es efímero en el Orden Planetario.
Por eso cuento nuestra historia dragoneana.
Y le pido al Gran Dios que me reciba pronto. Estoy muy cansado.
BHANDOR, EL ESTOICO, EL ÚLTIMO DE LOS DRAGONES.

EL FIN DEL IMPERIO DE LOS DRAGONES.

El Planeta Tierra giraba igual que ahora, hace millones de años. Sólo su Eje era otro.
Estaba habitado por los grandes Saurios, tanto en la tierra como en el mar, quienes dominaban absolutamente sobre los demás seres, que eran pocos y débiles.
Entonces, el Gran Dios entregó el Dominio de la Tierra a unos Seres Superiores, los Dragones.
En el máximo de su evolución desarrollaron la fuerza de su Mente hasta el punto de controlar y ordenar telepaticamente toda la vida. La bondad de su Índole los hizo desarrollarse en el cumplimiento del honor, la lealtad, la solidaridad y demás virtudes que adornaban todas sus acciones. La fuerza de sus cuerpos alados les permitían ir a cualquier lugar- frío, templado, tropical o submarino- sin mayor esfuerzo.
Voy a narrar los postreros hechos que acontecieron en el reinado de Fhemor, su último Rey.
Thalisgrán, su ciudad principal, desde donde regían el Mundo, estaba en lo que ahora es la Antártica. Fue construida íntegra de piedras de diferentes colores. Rodeaba la Colina Sagrada donde se erigía el Templo Rojo del Gran Dios. El Templo tenía en su centro una laguna de aguas termales que rebalsaba por un canal que recorría la ciudad y que unos miles de metros mas allá, caía desde una cascada altísima, al cercano mar.
Fhemor fue elegido por el Consejo de los 13 Reyes que gobernaban las Tierras y los Océanos.
Las casas de la ciudad eran de dos pisos y coronadas por una cúpula transparente. Cada piso tenía alrededor de diez metros de alto, ya que los dragones eran de una estatura media de unos 7 metros y unos veinte de largo. En algunos lugares de la Tierra vivían dragones un poco más pequeños, de unos cuatro metros de alto y doce de largo. De estos últimos dragones desciendo yo, Bhandor.
Todos los Dragones gustaban de la música, el arte, los deportes y los juegos.
Desarrollaron investigaciones químicas, físicas y astronómicas. Fueron los primeros en el estudio de la genética.
Como volaban, no usaban la rueda ni vehículos. Tampoco tenían otras armas que su mente y su fuerza física.
Así eran mis antepasados los Dragones, en tiempos de Fhemor, su último Rey.
Todo esto está grabado en la cinta magnética que circunda la Tierra.
Fhemor tenía unos bellísimos ojos rojos, de bondadosa mirada. Nadie podía sostenérsela por la fuerza que emitía. La energía de su aura salía por sus fauces- de colmillos blancos, largos y afilados- en forma de intensa luz. Su rosada lengua bípeda, captaba los olores y señales diversas.
Es falso lo que dicen los humanos de que los Dragones "hechaban fuego por sus fauces". La verdad es que su energía vital salía por ellas, entonces su luminosidad y calor parecía fuego. Pero era sólo energía.
Yo estoy débil y viejo. Así y todo aún emano algo de luminosidad. Sólo eso. Fuego nunca.
Mentiras para darnos un tinte satánico. Nosotros nunca hacemos daño. Sólo ponemos Orden y nos defendemos. Para eso fuimos creados por el Gran Dios.
En esos días Fhemor estaba rodeado de los Sabios Astrólogos. Estaba muy preocupado por las noticias que le contaban.
Miles de asteroides se acercaban a la Tierra. Pasarían tan próximos que existía un peligro real de que colisionaran con nosotros.
-Thamion, tus observaciones del espacio siempre han sido correctas. Ojalá esta vez te equivoques. ¿Qué nos sugieres?- el Rey espera del principal astrónomo una respuesta. Una sensación extraña, como nunca había tenido, recorre su cuerpo entero. Comprende que cada minuto están más próximos de los asteroides que se aproximan desde el espacio.
-Fhemor. Lo hemos conversado antes de venir donde ti. La Fuerzas Dragoneanas deben concentrarse durante los próximos días- Las fauces de Thamion exhalan la luz de su aura mientras comunica la única solución. Están reunidos en el Gran Parque. El cielo está despejado y una agradable brisa refresca ése día de Verano- Toda nuestra energía debe dirigirse contra los asteroides para alejarlos lo más posible de la Tierra. Hay cuatro que son realmente peligrosos. Los otros son relativamente pequeños, causarían daño si penetran la atmósfera, pero la Tierra soportaría sus impactos. En cambio los grandes, nos destruirán. Sobre ellos tenemos que centrar toda nuestra energía para alejarlos de la gravitación terrestre. Si nos chocan, las consecuencias serán terribles. Que el Gran Dios nos proteja-
Fhemor presiente la tragedia. Por algo es el Rey de los Dragones. Es Sabio, Prudente, Sereno y Valiente. Pero no es el Gran Dios. El mejor de los creados no es nada frente a la Divinidad. Nada, absolutamente nada.
-A partir de mañana reuniremos a los más fuertes. Concentraremos por turnos la fuerza de nuestras mentes en los asteroides, de manera de alejarlos de su actual periplo. A medida que se vayan acercando colocaremos mas dragones. Cuando estén muy próximos, todos, absolutamente todos, juntaremos nuestra fuerza en esta tarea. Paralelamente construiremos cavernas que lleguen al Centro de la Tierra como refugio de los Dragones que sobrevivan a un impacto, que ojalá, nunca ocurra. ¿Cuánto tiempo tenemos Thamion?-
-Treinta días, Fhemor. Sólo treinta días-
-Informen a los demás Reyes. Díganles que debemos ordenar a los dragones en torno a la Tierra. Para que siempre exista una Fuerza sobre los asteroides, siguiendo la rotación. De día y de noche. Que los Reyes estemos en contacto permanente- Fhemor se despide y se aleja volando hacia la Colina Sagrada. Bebe del agua tibia del manantial. Entra al lugar del Templo donde brilla la Luz Eterna.
Los Dragones imaginan a Dios como una Luz. No lo representan por una imagen. Dios no tiene forma ya que es el Dios de todos, de los Dragones, de las grandes especies que viven en los grandes bosques de helechos o en los océanos, de los pequeños e insignificantes mamíferos, de los peces, de los insectos y de tantos seres diminutos. Dios es la Energía, la Luz. Él es la Forma, es la Vida, es el Supremo Artista que da forma a lo que crea. Es la esencia. La andrógina divinidad.
El Rey piensa que, de chocar con uno de esos grandes pedazos de materia, todos se van a convertir en luz y adelantarán su partida de este mundo. Piensa en su bella esposa Fhenira. En sus pequeños hijos: Alfhion el intrépido principito que gusta del Arte por sobre todas las cosas; Nhacasta la dulce dragoncita que combina el sumergirse en el Océano con él organizarlo todo; Bhertor, el estudioso que se concentra en la astronomía por semanas; Mhagda la soñadora que adora los bosques y las vertientes.
Los ojos del Rey Fhemor expresan una tristeza tan grande, como sólo un Dragón puede expresarla. Un suave rugido sale de su garganta. Sentado sobre sus patas traseras, extiende su regia cola sobre las verdes piedras que cubren el piso del Templo, de lado a lado, entre sus muros rojos. Presiente la tragedia. No tiene miedo. Es un Gran Dragón. Es un valiente. Sufre por todos los seres que pueden ser destruidos. Ruega al Gran Dios. Ellos han sido cuidadosos y han guardado el equilibrio y ahora, esto. Esto que viene de afuera, que no podemos controlar. ¿O podemos? Un Dragón no se rinde. Menos el Rey de los Dragones. Se despide de la Luz y empieza a caminar lentamente hacia la salida. Desde la puerta del Templo contempla la hermosa ciudad de piedra; el vuelo de los dragones; los juegos de los pequeños, inocentes del peligro. A lo lejos el mar surcado por pederodactilos y en cuyas fosas abisales viven gigantescos reptiles marinos, que asoman, algunos de ellos, sus cuerpos por sobre las olas.
Emprende el vuelo y se dirige al Palacio de Gobierno. -"Tenemos treinta días, no debemos perder un segundo"- se repite mientras surca el cielo.
Pero todo estaba escrito. Fhemor desplegó toda su fuerza, inteligencia y capacidad de organización, para dirigir las acciones. Los dragones se agruparon en una inmensa línea que circunvalaba la Tierra, de manera de estar siempre un grupo en contacto con los asteroides. Una poderosa luz emergente se dirige a estos y los frena, intentando desviarlos de su trayectoria.
Los días pasan. Como precaución se construyen los refugios subterráneos, enormes cavernas dotadas de medios de subsistencia, hospitales, reservas de alimentos, herramientas y mucha esperanza, mas que todo, mucha esperanza.
Más todo fue en vano.
Aunque desviados en su trayectoria por la fuerza mental de los dragones, los asteroides chocaron entre ellos y uno de los mayores se desvió contra la Tierra.
El impacto fue terrible.
Los Dragones se refugiaron en las cavernas. La Tierra giró en su eje. Donde había bosques empezó a caer la nieve. El cielo se cubrió de polvo por muchos años. Los mares inundaron la superficie. La temperatura cayó violentamente.
Sólo los dragones que quedaron mas cerca del fuego del centro de la Tierra sobrevivieron. Eran muy pocos. Quedaron muy débiles. Jamás se acostumbraron al nuevo clima. Los sobrevivientes comenzaban una larga agonía, de millones de años.
Fhemor, el Rey, murió junto a su familia y a la gran mayoría de su pueblo de dragones.
Era el fin y un nuevo principio.
El mundo va a cambiar de dueño.

LA ATLÁNTIDA.

Los Dragones supervivientes curaron sus heridas en las cavernas subterráneas.
Millones de años pasaron. Jamás lograron reconstruir su civilización. Vivieron en el centro de la Tierra las pocas familias dragonianas que lograron soportar los cambios.
El nuevo clima atrofió sus pulmones, los alimentos que ahora les proporcionaba la Tierra, los debilitaban. Muchos entraron en una fuerte entropía. El fin era cosa de tiempo. Larga espera, ya que los dragones vivimos muchos años.
Yo Bhandor, descendiente de la familia de los Reyes de la ciudad de Lhumor, provengo de dragones de menor tamaño, lo que por alguna circunstancia, nos permitió sobrevivir mas tiempo que nuestros hermanos de mayor estatura. Pero así y todo, con mi partida llegará el fin de nuestra raza sobre la Tierra. Y como todo ser que nació, debo morir.
Los dragones al debilitarse, perdieron muchos de sus poderes y la capacidad de procrear descendencia. Cada vez nacieron menos. Extinción producto de los cambios que causó el choque del asteroide.
Mientras, las nuevas condiciones permitieron el desarrollo de otros seres. Surgieron unos extraños animales cubiertos de pelos, los cuales empezaron a dominar a los demás habitantes del planeta. Eran los mamíferos. Había terrestres y marinos. Algunos alados.
De entre ellos surgieron los humanos, que siendo fisicamente de los más débiles habitantes de la Tierra, eran y son los más astutos de todos. Su organización social les permite defenderse y atacar a sus enemigos en grupo. Cazar a los animales que le dan el sustento, sin importar su tamaño. Dominar y controlar territorios. Son despiadados.
Los Dragones fueron amigos de los humanos, hasta el fin de la Atlántida.
Les enseñaron a usar el fuego y forjar metales. Construir sus ciudades y crear sus leyes.
La primera gran civilización humana fue la Atlante.
Yo nací poco después de su fin, a causa de un gran aerolito que cayó sobre su nación isla. Fue una gran pérdida para la humanidad.
La Atlántida se desarrolló en una isla que cubría gran parte del norte del Atlántico. Era del tamaño de la actual Groenlandia. Al Norte limitaba con los fríos mares del Artico y al Sur con el Trópico. Su clima era mas bien templado y sus tierras producían todo tipo de frutos.
Tholón, tío mío, el más sabio de los dragones de esa época, fue quien enseñó y organizó a los atlantes. Estos lo querían y respetaban como a un Ser Superior.
Aprendieron mucho sobre genética. Desarrollaron los árboles frutales, los animales domésticos -vacunos, ovinos, caballares, aves y otros-. Los leones eran sus guardianes y los delfines sus compañeros en el mar. Las orcas y las ballenas formaban parte de su entorno y se protegían mutuamente.
En esa época vivían los gigantes. Eran humanos de hasta cuatro y medio metros de altura, pero su inteligencia era limitada. Los atlantes los guiaban y los usaban en tareas tales como cuidar el ganado, trabajar los campos y los frutales.
Su ciudad principal, Atlanta, según me contó Tholón, era muy parecida a Thalisgrán, la capital del reino de los dragones.
Estaba construida en torno a una gran colina, en cuya cumbre se erguía un hermoso templo y rodeada de varios círculos de canales, atravesados por puentes magníficos que la unían. Su gran puerto estaba protegido por una amplía bahía, siempre llena de barcos que viajaban a todas partes del mundo. Tholón les enseñó a usar la energía eólica y solar.
Estaba regida por un Consejo de Reyes que elegían a uno que los gobernara, cada cierto tiempo (Organización similar a la dragoniana. Yo creo que los aconsejó Tholón).
Los demás pueblos humanos de la Tierra, respetaban a los Atlantes y aprendían de ellos.
Durante este período, los dragones y los gigantes vivimos en paz sobre la Tierra. Incluso la mayoría de los dragones vivía en la cordillera que cruzaba la isla. Esta estaba coronada por veinte volcanes y grandes montañas con hielos eternos y ventisqueros que escurrían hacia el Norte. Ahí construimos nuestras viviendas, la mayoría de las veces dentro de las cavernas.
Mi familia habitaba en la actual Cordillera de los Andes. Eso nos salvó.
Un día un solitario aerolito apareció en el espacio. Fue detectado por los sabios. Pasaría lo suficientemente lejos de la Tierra como para no ser atrapado por la fuerza de gravedad. Sin embargo, hubo una apreciación equivocada, ya que el trayecto que traía era irregular por explosiones de gases de su núcleo. Desvió su trayectoria y en veinticuatro horas cayó sobre la Atlántida. Sólo sobrevivieron algunas naves que estaban en lejanos puertos, aunque la mayoría zozobró por las gigantescas olas que se levantaron. Desapareció en un instante esta gran cultura y casi todos los dragones, ya que la mayoría vivía en la isla.
NUEVAS CIVILIZACIONES.

Algunos atlantes supervivientes formaron nuevas civilizaciones en Asia, América, Egipto y Medio Oriente, principalmente.
Mi familia se sumó a ellos, pero desde ese funesto día, el de nuestra segunda destrucción, toda esperanza de recuperar nuestra raza dragoniana se esfumó. Fuimos desapareciendo mas rapidamente que antes, hasta llegar este día en que sólo sobrevivo yo, Bhandor.
Ayudamos a los Atlantes a formar los pueblos Egipcio, Babilonio, Asirio, Hindú.
En el Asia las culturas China, Tailandesa, Camboyana.
En América la Maya e Inca.
En Africa, la principal fue la Etíope.
Sus emperadores y reyes fueron descendientes de los atlantes. Los dragones los asesoramos para que se colocaran en la cúspide de la Pirámide Social. Los ungimos como reyes y sus familias gobernaron, como semidioses, entre humanos primitivos a los cuales civilizaron y entregaron el conocimiento de las ciencias matemáticas, astronómicas, de construcción y otras. También los valores religiosos y los códigos de justicia.
Como legado de la contribución de los dragones, les ayudamos en la construcción de las pirámides, en todos estos lugares. La pirámide representa la organización del Universo. Su forma indica que todo lo creado se dirige al Gran Dios.
Los egipcios fueron un pueblo extraordinario, de gran bondad, protectores de la familia, cuidadosos de los derechos de su pueblo, cultos e inteligentes. Desdichadamente fueron atacados muchas veces por pueblos que querían apropiarse de sus riquezas e envidiaban lo que habían construido. Su civilización, a pesar de esto, duró muchos años, más terminó siendo totalmente destruída. Hoy sólo sus ruinas hablan de cuan grande fueron sus milenios de gloria. Este imperio fue nuestra obra maestra, después de la los atlantes. La mejor que hicimos junto a los atlantes supervivientes. De los atlantes descendían los faraones.
Los Mayas y los pueblos del Gran Perú, eran tributarios del Imperio Atlante. Cuando este desapareció vivían en América atlantes que cumplían diferentes funciones con estos pueblos, ya sea comerciales o científicas. Los dragones habíamos asesorado a los atlantes en la formación de civilizaciones en estos lugares. Nuevas culturas. No se logró el mismo nivel que en otros porque los atlantes que ahí vivían no se acostumbraron en estas regiones y decidieron emigrar hacia la península ibérica, donde formaron el país vasco (De ahí que los pueblos de América esperaban la vuelta de los dioses blancos y barbudos).
Dejaron a los principales habitantes como reyes de sus naciones.
Estos formaron el Imperio Maya en el Sur de México. En el Gran Perú, varias civilizaciones, cuya última fue el Imperio Inca. Nosotros los dragones seguimos asesorándolos, durante un tiempo.
En Asia, nuestra principal obra fue el Imperio de China, el Celeste Imperio.
En China, los dragones con los atlantes, capacitamos a las clases dirigentes. Este Imperio fue, en su momento, la cultura más grande de la humanidad.
Sus emperadores tomaron como emblema El Dragón, lo que me llena de emoción, porque aún hoy día nos recuerdan en sus fiestas.
Siento que no he vivido en vano. Mas aún cuando creo que China va a volver a ser la principal civilización de la Tierra. Ojalá que este mundo no sea destruido por los humanos, porque entonces su nuevo período de gloria será muy efímero.
Esta civilización China, influyó en el Sur de Asia, en Birmania y Camboya. Ahí también los dragones cumplimos una importante labor y somos respetados hasta hoy día.
La India fue algo espectacular. Estaba habitada por negros. Era una raza muy inteligente y ávida de conocimientos. Formamos una cultura en la que los dragones tuvimos una gran influencia. Esto se debió al carácter de este pueblo que compartía nuestro interés en desarrollar la mente en vez de las máquinas. Cuando habíamos avanzado bastante vino la invasión de Rama, Rey de los escitas. Se mezclaron con sus conquistadores y formaron esta actual raza india que es indoeuropea africana.
Rama se empapó de nuestras enseñanzas y durante muchos años florecieron los valores dragonianos. Hoy día aún nos recuerdan un poco, pero todo ha cambiado por culpa de las circunstancias. No alcanzamos a llevarlos a la altura que requerían para darles las armas que los defenderían de las invasiones, siendo la mongol, musulmana, la que mas los afectó.
Los atlantes fueron absorbidos, al unirse en matrimonio, por las clases dirigentes de los pueblos que asesoraron.
Sólo un grupo se mantuvo unido. Fueron los que emigraron de América a la península ibérica. Los vascos, los actuales descendientes de los atlantes.

LOS VASCOS.

Cuanto quiero a los vascos. Me recuerdan a sus antepasados. Gustan de las montañas y del océano. Son fuertes y frugales. Pero llevan en su alma una pena que los hace tristes. Es que en lo profundo de su ser, lloran sus genes el Imperio perdido. Lloran la hermosa Atlántida, la mas bella tierra poblada por humanos que jamás existió, ni existirá nunca.
En sus barcos atraviesan el Cantábrico y se internan hacia el Norte en busca del bacalao. Cuando hechan sus redes al mar y el agua salobre les moja sus brazos y salpica sus rostros, le preguntan por su ciudad imperial sumergida, por sus reyes perdidos, por sus puertos destruidos.
Los atlantes no tenían esclavos. Los vascos tampoco.
Todos eran iguales, independiente de sus bienes. Los vascos también.
Cuando vuelo por entre las montañas del país vasco, recuerdo las de la cordillera que atravesaba la Atlántida.
Al ver desde lo alto la ciudad de Bilbao, la multitud de embarcaciones, los pescadores volviendo al puerto, los humos de las fábricas, el ruido de los astilleros y de las acerías, una lágrima de pena cae de mis ojos rojos recordando los últimos días felices que vivieron los dragones en la Tierra, en compañía de los antepasados de estos vascos, que no saben lo que son ni de donde vienen. Que no saben lo grande de sus orígenes.
Participé en fantásticos aquelarres, entre bosques de robles y encinas, en recuerdo de los antiguos. Pero esto también se ha perdido. Perseguidos los antiguos sacerdotes por paganos y nosotros los dragones porque nos consideran demonios, se acabaron los aquelarres. Otra calumnia infundada. Sólo por nuestro aspecto. Porque somos bellos. Estos humanos son cada vez más estúpidos. Jamás serán como nosotros.
Eran fiestas alegres, donde corría el vino y se abrazaban los enamorados.
Eramos convidados de honor los pocos dragones que quedábamos. Pequeños momentos de esparcimiento, de sana camaradería. Los vascos ahora tienen otras costumbres. Son casi como el resto de los humanos. Pero sigo protegiéndolos porque son descendientes de los atlantes, la mejor raza humana que ha existido. Los vascos son los hijos que no tuve.
Un dragón siempre es leal.
Soy Bhandor, un Dragón leal y estoico.
LOS INDOEUROPEOS.

Los indoeuropeos fueron un caso especial. Una experiencia de laboratorio.
Ellos fueron organizados religiosa y socialmente, por manipulación genética, por seres que viven en otra Galaxia. Se llaman los Visitantes. Los dragones somos ajenos a esto.
Los Visitantes son superiores a nosotros y nos visitan cuando vienen a la Tierra. Son gente muy buena y nos respetan porque conocen nuestra índole. En estos tiempos se están preparando para ayudar a sobrevivir este planeta, que ven cerca de un colapso total. Por eso sus naves aparecen continuamente.
Sus características físicas las traspasaron a estas razas mediante su mezcla con las mujeres humanas. De ahí que el Panteón de los Dioses griegos hable sobre los amores de sus dioses con estas, que engendraron semidioses como Hércules, Aquiles y otros.
Los Visitantes experimentaron con dos esquemas religiosos: el Politeísmo con los indoeuropeos (escitas, celtas, griegos, persas) y el llamado monoteísmo, que se inicia con los semitas y se expande a los indoeuropeos posteriormente, sobretodo después de Constantino, Emperador de Roma. Esta corriente domina hoy casi la mitad de los creyentes actuales, divididos en cristianos, musulmanes y judíos.
Estas religiones produjeron un absurdo enfrentamiento contra nosotros, los dragones. Los indoeuropeos y los monoteístas nos consideraran demonios. Hemos sido ferozmente perseguidos por ellos. Destruidos nuestros refugios fuimos obligados a vivir escondidos estos últimos tres mil años. Como después del fin de la Atlántida perdimos casi todos nuestros poderes, no podemos luchar. Equivocadamente nos confunden y juzgan por nuestro aspecto exterior y crearon mitos sobre nuestra naturaleza y nuestra índole.
En muchos países asiáticos y pueblos originales americanos, más algunos africanos, nos adoran como dioses. Los indoeuropeos nos odian como demonios.
Extraños seres los humanos. Llenos de miedos y prejuicios. Incluso su gente más noble cae en el dogmatismo mas estrecho o en el pragmatismo más obtuso.
Los indoeuropeos han dominado la mitad del mundo desde la caída de Egipto.
Hoy casi el mundo entero.
Mañana compartirán su poder con China. Y temblarán, porque su actual poder es efímero.

EL TESTAMENTO DEL ÚLTIMO DRAGÓN.

Yo Bhandor, descendiente de los Reyes de Lhumor, nacido doscientos años después del hundimiento de la Atlántida, educado por mi tío Tholón el Sabio, próximo a irme a la siguiente etapa de mi existencia en el Cosmos, dejo a los humanos mi herencia escrita en estas piedras de la caverna en que vivo en la Cordillera de Los Andes y una copia, en el cinturón magnético que rodea la Tierra, para los futuros dueños del planeta, los Escorpiones.

1) Los principales bienes de un dragón son la sabiduría y la experiencia adquirida en miles de años de vida y fiel cumplimiento de las leyes. Como el bien más preciado, os dejo los siguientes consejos:
a) Amen al Gran Dios por sobre todas las cosas.
b) Él es una luz, no una imagen.
c) Jamás jurarás en su nombre.
d) Después del trabajo, tú cuerpo debe reposar.
e) Protege a tus padres y honra a tus antepasados.
f) Cuida la vida de tu prójimo.
g) Respete el macho a su hembra y la hembra a su macho.
h) Lo tuyo es sagrado. También los bienes de los otros.
i) Cuida la honra de los demás, como quisieras que cuidaran la tuya.
j) Cuida de los bienes ajenos como si fueran los propios

2) En el fondo de mi caverna encontrarán una colección de piedras preciosas - diamantes, esmeraldas, rubíes, ágatas y muchas otras - quiero que adornen la frente de los justos.


ES LA VOLUNTAD DE BHANDOR.







"Entonces Bhandor descansó un rato.
Miró con sus ojos rojos la bóveda de piedra de la caverna que lo cobijó por tantos años.
Se levantó y bebió de la tibia vertiente termal que manaba desde el fondo.
Acarició los cofres de nácar que guardaban las piedras preciosas y sus libros mágicos que sólo él entendía.
Ordenó sus herramientas; sus medicinas.
Reunió a los seres de la caverna que se despidieron de él, uno a uno.
Caminó hasta la entrada.
Sin volver su cabeza emprendió el vuelo.
Voló al Sur, en dirección a la Antártica, hacia Thalisgrán.
Cuando llegó, empezó a cavar el hielo hasta encontrar los muros rojos del Templo.
Sobre ellos se durmió su cuerpo para siempre, mientras la nieve lo cubría."


DE LA HISTORIA DEL ÚLTIMO DRAGÓN

Texto agregado el 30-01-2006, y leído por 140 visitantes. (0 votos)


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