Cuando sonó el celular, mí primo ya me había servido un segundo combinado. Deje que el aparato expulsara su monótono ruido un instante antes de contestar. Era Ricardo con mensaje escueto y preciso “asado en mi casa, esta de cumpleaños mi hermano, ven como a las 10:00pm”.
Me di vuelta y busque algún reloj que adornara el comedor principal. La información que necesitaba se encontraba al lado de un afiche de Coca-Cola. Eran las 9:15pm, tomando en consideración que todos los clientes del restorán venían en auto, concluí que la locomoción debería ser escasa.
Mí primo timbra unas boletas y acude al gesto que hace unos segundos efectúe para manifestarle que agradecía su invitación, no sin antes alabar el local, que en realidad no es de él sino de su suegro, por lo que eso de las congratulaciones me supo a un embaucamiento mutuo, para justificar que alguno de la familia le esta yendo bien. No entendí lo ultimo que me dijo sólo me limite a sonreír.
Me sitúe debajo del paradero, pense en que podía entretenerme o hasta que hora esperaría para optar por irme caminado, sin embargo, apareció una micro y antes de lo previsto ya me encontraba en la plaza de San Antonio la cual, rebosante de gente, no parecía la plaza de siempre, claro que ningún lugar cerca de la costa permanece tranquilo en verano.
Con bastante tiempo a favor determine irme caminado el resto del trayecto, puesto que la casa de Ricardo no estaba muy lejos de donde me encontraba. La idea de ver a mis amigos me gustaba, aunque no se producía la misma sensación al pensar que tendría que escuchar las mismas historias de siempre. Supongo que esto es lo que llaman sentimientos encontrados.
Primero por la vereda, luego por la línea del tren y después por el pseudo-malecon que llaman paseo Bellamar, enfile en dirección al sur. Cuando caminaba paralelamente con los roquerios, el mar se me hizo gigante, lo cual es por naturaleza, pero ahora daba algo de miedo.
Me senté a mirar, a observar detenidamente ese mar tan peculiar. Vi que el este pretendía escaparse, los grandes molos tratan de abrazarlo, pero inútilmente. El inmenso mar es imparable, huye y vuelve sin que los ojos humanos noten tal nobleza de no abandonaros del todo.
Luego centre la mirada en un barco que abandonaba la rada, la oscuridad de la noche no me permitía ver de que nacionalidad tenia, quise que fuera de noruega, simplemente porque fue el primer país que se me ocurrió. Increíblemente sólo veía el mástil, la densa neblina imposibilitaba a mis ojos concluir de que parte del mundo provenía. Aunque puedo suponer que vivir autoconvencido es vivir de mentira, ocupe esta singular evasión para persuadirme de que la bandera de ese país era de Noruega... pero ¿A qué llego con eso?. ... Nuevamente el celular, nuevamente Ricardo –Voy en camino.
Desde un bar, un autentico bar de pescadores, suena la canción del momento. No es que me gatille especiales recuerdos esa canción, pero fue el mar o la soledad. Que sé yo, el punto es que disque su numero y la llame.
-Hola, ¿estas ocupada?.
-No, para nada.
-Parece que te olvidaste de mí...
-No al contrario, ¿cómo estas?
-Bien, mirando el mar, un barco que se va del puerto con la bandera de Noruega, te extraño bastante. Ahora voy a la casa de un amigo. Me preguntaba cuando nos veriamos...
Tal vez hablo mucho, por que más que unos leves sonidos que hacen el papel de adaptadores en una conversación no escuche mucho su voz. Los minutos del celular se acabaron y nuevamente me quede con gusto a poco, sin embargo un yo espiritual o físico se quedo con gusto a poco, porque mí mente quedo satifecha y no dejaba de repetir esa frase... “No, al contrario”.
Otro cigarro y se hace tarde. Reanudo el camino. Si uno se convence es fácil convencer al resto. ¿Qué importa de donde mierda es el barco?, para mí era noruego y para ella también lo será, yo se lo dije, y con eso basta. Mientras más grande es la mentira, más se cree. Entonces voy a llegar y les diré a mis amigos “saben estaba viendo el mar y un barco con la bandera noruega se iba del puerto” y me creerán. Aunque no faltara el que se levante mañana temprano compre la edición matutina del diario local para verificar cuales fueron los barcos que abandonaron el puerto anoche, pero ninguno hará eso, generalmente, el que hace esas estupideces, soy yo.
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