Aquel día al despertar, sabía que sería un día como todos los demás, sabía que tendría que ver las mismas caras de siempre, sabía que tendría que atenerme a las mismas responsabilidades de siempre (responsabilidades a las que me veo obligada a atener siempre) y que me enfrentaría a la aburrida rutina de siempre (cosas de todos los días como cualquiera, no?). Pero al darme cuenta que no deseaba otro día “como los de siempre” decidí buscar una solución: hoy actuaré como loca! Si! Loca! Por que no? Si los locos pueden hacer lo que gustan sin tener que darle explicaciones a nadie: en definitiva están locos.
Así que empecé a comportarme como tal.
Lo primero que hice fue reaccionar como loca al ver que ya me había despertado demasiado tarde, eran las 11pm y yo seguía tendida en mi cama. De un salto me levanté y empecé a gritar como loca que “era tarde”. Después me pregunté ¿tarde para que? No sé! Es tarde y no tengo tiempo y (actuando como loca) empecé a hacerme cargo de la limpieza del hogar: barrer, lavar los pisos, sacudir los muebles, lavar la ropa, tirar “adornos” molestos y pasados de moda, ¡Mi placard! Era un desastre! Toda mi ropa mezclada, no importaba color, estilo, nada! Era todo un bollo! Tiré todo al suelo y como era demasiado el desorden que hice, lo dejé porque me alteró los nervios, no tenía tiempo para ordenarla ni para concluir las tareas del hogar como me lo había propuesto. Entonces salí. Dije: no hay nada siquiera para desayunar, tengo que ir de compras. Camino al almacén (caminando como loca) veo a una anciana destapando una botella de gaseosa, al hacerlo no se le ocurre mejor idea que arrojar la tapita a la calle. Normalmente este tipo de cosas me irrita pero no reacciono por miedo de enfrentarme a la gente, pero como ese día estaba “loca”, no me importó, entonces la tomé del brazo y le dije: - “Disculpe señora, creo que se le cayó algo al suelo” – La vieja ni se inmutó y le dio un sorbo a su gaseosa, entonces respiré profundamente, tratando de relajarme y le dije: -“Señora, por favor, sería tan amable de levantar la tapita que usted descuidadamente acaba de arrojar al suelo y que mas tarde va a terminar por contaminar este hermoso planeta que usted tan limpio pudo disfrutar y que mis hijos querrán hacerlo de la misma manera que usted lo pudo hacer?” – Ella miró a su alrededor, me miró y le dio otro sorbo a su gaseosa. Como yo ese día estaba loca, no resistí mas entonces samarreandola fuertemente del brazo le grite: -“Escuchame vieja boluda, levantá ya mismo esa tapita del piso si no querés terminar con la gaseosa de rulero en la cabeza”... Dios mío! La señora se puso a gritar como loca (estaba mas loca que yo) llamando a la policía y a todos los santos del universo. Está bien, ese día “yo” estaba loca pero no boluda, entonces disimuladamente, despues de echarle una mirada fulminantemente amenazadora, me alejé vigilando de que no hubieran amenazas a mi alrededor.
Una vez en el almacén, seleccioné los porductos que creí necesario tener en casa, me dirigí hasta la caja para pagarlos: -“Son $16,90” – QUE??????? Dije yo, $16,90 por un paquete de yerba, un desodorante de ambiente y un postrecito mixto? Estamos todos locos??? El cajero me responde tranquilamente que debido a las ultimas inflaciones que había sufrido nuestra moneda, se vieron obligados a aumentar sus precios en un cien por ciento... Mierda! dije yo. Si mal no recuerdo, estamos en un país con un altísimo nivel de estabilidad ¿o la inestabilidad pasa por este barrio nada mas? El chico me responde, siempre manteniendo la calma:
- “Señora, está usted loca?” En que país vive usted? – y hechó una risa burlona a sus compañeros...
- “Yo loca?” Pero quien te crees que sos mocoso?”
- El dueño del almacén y si yo digo que tuvimos que aumentar nuestros precios en un cien por ciento, los precios aumentan en un cien por ciento”.
- Sabés que? Este es un almacén de locos!!!
Y salí de allí diciendo las peores barbaridades que jamas había dicho.
De vuelta en casa, me encuentro con una alfombra de impuestos a pagar que recientemente habían sido arrojados por debajo de la puerta, seguramente por le encargado del edificio. Grité un par de veces, maldiciendo quizás al portero (culpable de tan desagradable sorpresa) y los hice trizas en mis manos, cada vez eran mas y mas papelitos ya sin valor, como si eso hiciera desaparecer mi responsabilidad como ciudadana consumista. Terminada la “operación destructora de impuestos”, me doy cuenta de que no tendría tiempo de preparar el almuerzo porque ya era hora de ir a trabajar. Entonces, después de una fría ducha, me vestí con lo mas disparatado que encontré en el bollo de ropa que había tirado al suelo y salí nuevamente.
En la parada del colectivo, algo infectada de gente nerviosa por el retraso del servicio, tuve un pequeño roce con una señora de mediana edad que se coló en la fila, poniéndose justo delante mío:
- “Señora, disculpe que me entrometa en sus asuntos, pero no se ha dado cuenta de que se puso en mitad de la fila en vez de irse hacia al final, como todo el mundo lo va haciendo al llegar" – Solo girando su cabeza para mirarme, escuchó la mitad de lo que le dije y volvió a sus asuntos como si nada estuviese pasando.
- “Señora – volví a decirle – entienda usted que debe respetar el orden de una fila en espera del colectivo o lo que sea”
- “Ese es su problema”, me respondió. “Si no aprende a sobrevivir en este mundo, el mundo la devorará en segundos”.
No pude evitar mi furia, pero decidí hacer algo al respecto en el momento adecuado, entonces esperé a que el colectivo llegara y recogiera a los pasajeros en espera. Justo en el momento en que ella estaba poniendo su bestial pie en el segundo escalón del colectivo, aproveché de empujarla hacia atrás haciéndola caer de espaldas sobre el asfalto, la pisoteé un poco y tome mi correspondiente turno para subir. Alcancé a escuchar sus insultos cuando ya el colectivo había arrancado para alejarse de la escena. Muchos de los que subieron después de mi no dejaron de mirarme “aterrados” durante todo el viaje.
Cuando llegue al trabajo, decidí que no saludaría a nadie porque ese día me sentía loca y no me importaba lo que el resto pensase ante mi indiferencia al pasar. Llegue a mi escritorio, conecté la computadora y me dediqué al trabajo que ese día me aguardaba. No ocurrió nada interesante mas que lo de siempre. Traté de mantener la calma porque como ya lo dije, estaba loca, no boluda y en el trabajo no se jode.
Al llegar a casa, mi marido estaba mirando TV, como de costumbre, atento a los resultados finales de todos los partidos de futbol que se habían jugado hasta la fecha. No le dirigí la mirada ni le respondí el saludo, lo único que hice fue gritarle como loca al descubrir que la cena no estaba lista y le grite también al encontrar la casa totalmente dada vueltas y también al ver que los platos de la noche anterior seguían aguardando sucios, a que alguien los limpiara.
El ni se inmutó, siguió con sus resultados de futbol y su cigarrillo perfumando mi hogar.
Ya alterada por completo, me desvestí, me dí otra ducha fría, no cené y me fui directo a la cama (dando terribles portazos).
Ya en mi habitación y un poco mas relajada, comencé a dormirme, pensando en que al día siguiente debería enfrentarme a otro día “normal”, quizás tan normal como los de costumbre, en los cuales suelo pensar: el mundo se esta volviendo loco!
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