Adiós primero:
Párpados cayendo,
labios callados,
limosnas de sabor;
Silencio.
Me gustaría conseguir el perdón de aquellos que lastimé, con intención y sin ella; Tomar la valentía que me cedió el tiempo y ponerlo en práctica para afrontar lo que venga [lo que sea que venga], para salir con mis trofeos altivos, como tantas otras veces [tantas que ya pasaron, tantas que a nadie importarán...], controlando la modestia, para que lleguen vitoreos eternos, melodías de otros hechas para mí que sólo serán parte de la juventud lejana de alguien... sólo un susurro de lo que fue mi vida [ya no soy capaz de hablar de ella como algo que aún tengo conmigo; se va/se fue...]
Adiós segundo:
Fuerza flaqueando,
miedos murmurando,
recuerdos acechando;
Dolor.
Me gustaría seguir tratando de descubrir los enmarañados caminos que se posan sobre mi existencia, pero mis hilos ya se han desenredado, por lo que veo mi destino nítido y claro [demasiado claro...]. Siento que mi piel se cae [incluso mi alma...] y se despedaza junto a la poco cordura que me queda, me arranca mis deseos y palabras ocultas, y se baña de mi sangre, en mi sangre que se seca con el frío de su aliento [aliento que también es mío... y me envuelve; y me pisa; y me asfixia con mi propio karma...]. Me deshago de la esperanza y dejo que los lazos se rompan, que las pocas promesas que me aferraron a este maratón se esfumen y queden regadas por el suelo como una etapa no pasada[sí, ya me resigné a perder...]
Adiós tercero:
Vórtices mezclados,
Anhelos acurrucados,
Veneno malogrando;
Suspiro desvalido.
Me gustaría no ver, ni sentir, ni percibir a lo que se bebe mi vida; Me tranquilizaría mucho saber que tan sólo yo soy quien sufre y no a los que dejo... Porque ellos también lloran y yo ya no puedo secarles las lágrimas como cuando eran niños que corrían veloces entre los matorrales del jardín, ya ni siquiera puedo secar mis propias lágrimas y soy tan débil que me avergüenzo de mi legado[el que ni siquiera doy con voz alta porque la garganta me quema; y duele más que antes; y hace frío; y tiemblo...]. Las sombras que siempre fueron parte de historias inventadas antes del amanecer me toman y el manto de lo divino se posa sobre mí y me carcome ante los presentes [y no puedo fingir que no tengo miedo porque lo perciben; y me arrastran; y se llevan lo poco de esencia que aún conservo; y sigo llorando; y tengo más miedo que antes; y grito; y nadie me escucha; y nadie me salva...]
Sólo Adiós.
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