Fondo: Serve The Servants - Nirvana

Recuerdo que nunca se quedaba quieto, siempre vivía activo, despistado, feliz. Recuerdo que nos dimos en la jeta con tan solo 7 años, que nos castigaron en la escuela, todo por ese estúpido tambor.
Recuerdo el día que llegó, parecía radiante, con una gran sonrisa bajo una gran mata de cabello rubio; con una mano tomada de su madre, se resistía a despegarse de ella mientras la profesora le pedía su nombre, para presentárnoslo a todos.
Recuerdo que se sentó a mi lado, ataviado en un traje azul y la vista puesta en muchos lados a la vez, es fue la primera vez que le hablé y bajo esa mirada inquietante y una totuma de pelo amarillo, dijo que vivía aquí hace bastante, que sus padres antes vivían en un pueblo pequeño y que vivía con su madre, padre y Kim, ¿y ella quien es? “es mi hermana” respondió simplemente.
Al final del día nos vinieron a recoger, mi madre preguntó por mi amiguito, que aun seguía moviéndose de un lado para otro, le dije que lo había acabado de conocer pero se veía buena persona. Su madre llego por el 10 minutos mas tarde, habló con mi madre y luego se marchó con él.
“Se llama Wendy y parece amable” me dijo, camino a casa “me comentó que vivía con su familia, y que debías ir a jugar con el niño algún día” finalizó mientras veía en su mirada la fascinación que tenia por ese pequeño, que según Wendy era la alegría del hogar.
Recuerdo la primera vez que fui a jugar con el, Kim aun tenia cuatro años y su madre tenia que lidiar con ella sola; ¿y tu papá? Pregunté mientras recogía un carrito de juguete “el casi no viene” confesó sin perder su buen humor característico. Más tarde su madre vino con unas pastillas que el debía tomar, ¿son caramelos? “se llama Ridilin y es un medicamento” contestó ella impaciente por atender uno de los berrinches de Kim. Luego que ella se fuera pregunté qué era Ridilin. Él, un poco atragantado por el grueso de las pastillas me dijo que eran para que estuviera calmado.
En su cumpleaños, vinieron unos tíos suyos que eran músicos. Su tía Mary era interprete ocasional y aquel día se aparecía con un tambor, a él le encanto, mucho más que la guitarra. Algunos meses después, la misma tía había intentado enseñarle a tocar la guitarra, pero era demasiado activo y por más que hubiera querido, no lograba prestar atención.
Fue por ese estúpido tambor, se la pasaba todo el día andando por el pueblo tocando a gritos la música que le había regalado su tía Mary, uno tales Beatles; él me había dicho que eran unos ingleses famosos, pero en un pueblo como Aberdeen, escasamente llega lo del propio estado. Yo le tenia paciencia, solo que un día me encontró por un mal lado y después de tirarle el maldito tambor de una patada terminamos a los golpes.
Hace algún tiempo leí que se había dado en la jeta con Axl Rose, el líder de Guns N’ Roses, y aunque creo que no es más que un rumor, me dio nostalgia imaginar si se habían dado igual que como cuando teníamos siete años.
A pesar de ese animo infranqueable que tenia de niño, era muy enfermizo, padecía de cuanta epidemia cayera, por eso me sorprendió que diera tan buena pelea. Al final nos castigaron. “ponerse a reñir, con tan solo siete años” dijo mi madre en casa, pero dijo que había hablado con Wendy y que todo estaba bien.
Había que reconocer que en ese tiempo Wendy era buena madre, muy cariñosa.
A Don, el padre, nunca lo conocí, lo vi un par de veces en uno que otro partido que se organizaba, era un hombre robusto y supuse que debía ser leñador. A el hijo no le interesaba un bledo los deportes en cambio el progenitor era aficionado a cuanto juego brutal hubiera, lastimosamente él era muy enfermizo y no lo podía hacer el deportista que siempre quiso.
Al año siguiente sus padres se habían divorciado, su madre estaba desesperada de lidiar ella sola a un niño enfermizo e hiperactivo y una hija. El padre no protestó nada, tal vez por la sorpresa. Wendy se fue de la casa.
Recuerdo que eso lo cambio por completo, la separación de Don y Wendy le dio muy duro, dejó de ser el niño alegre de siempre y pasó a ser algo raro, una faceta que jamás había visto, ahora era tímido y metido de lleno en su propia soledad.
Luego de unos días Wendy volvió, pero esta vez fue Don el que decidió marcharse dejando a su ex mujer al cuidado de sus hijos.
Unos meses después su madre consiguió un nuevo novio, un tal Pat O’connor, lo que afectó a un más a su pequeño hijo.
Mi madre fue a hablar con ella, al volver contó que ella había salido con que “son solo celos de hijo”. No obstante era más que esto, estaba seguro.
Recuerdo que al año se mudó con su padre, el tal Pat era un loco completo y la nueva faceta del pequeño se había vuelto solitaria y violenta, Wendy se creía incapaz de controlar las rabietas de él y las locuras del novio, de modo que hizo la mas fácil: se deshizo de su hijo.
Recuerdo también que fui a despedirlo, no se mudaba muy lejos, creo. Sin embargo se iba un amigo y eso siempre duele, al menos iba a conocer a su padre, algo que no pudo hacer cuando estaban en una familia, pero creo q él no estaba muy optimista.
Vi ese punto crítico en un niño de casi nueve años que de ser una alegría permanente, ahora le costaba trabajo expresar una emoción. La mata de pelo rubio que antes daba un aspecto travieso y juguetón, que hacia que cuanta mujer se encontrara lo confundiera con un pequeño ángel y pellizcara sus rosadas mejillas, había pasado ahora a ser sombría y deprimente, sus ojos ocultos bajo el cabello se notaban tristes y resignados, ahora parecía un ángel caído.
Lo visite unos meses después, vivió en un remolque en un lugar llamado Montesano, a veinte millas de Aberdeen hasta que su padre también consiguió una nueva familia; como lo supuse era leñador.
Ahora el hijo tenía dos nuevos medios hermanos y una casa sin ruedas, lo que supuestamente lo haría feliz. Aun así el seguía siendo el mismo ser sombrío que había salido del pueblo, ni su nueva familia ni la reiterada intención de su padre con los deportes hacia él lo habían cambiado.
Su padre estaba convencido de que podía hacer de ese niño enfermizo y flaco un atleta y lo inscribió en un torneo de lucha, no se si fue que le dieron una paliza o perdió a propósito, el hecho es que salió en primera ronda. En una visita siguiente me contó que había ido a cazar en un paseo de la familia, pero que él se había negado rotundamente ¿y mientras ellos mataban míseros animales, que hacía? “pues aburrirme, ¿no?, mamarme el día contando árboles”. Pero ¿debe haber algo bueno en todo esto?, “deben ser los discos que le llegan al viejo”.
Al poco tiempo, Don tampoco se aguanto más a su hijo y lo devolvió a Aberdeen, sin embargo él era ahora un ser conflictivo, una papa caliente que todos se pasan antes de que explota. Él era el regalo indeseado que se da cada navidad a un familiar desafortunado. Ya perdí la cuenta de cuantos tíos y tías lo acogieron y lo devolvieron después de un tiempo. Creo que con el único que estuvo bien fue con Chuck, el guitarrista; él le regaló su primera guitarra, un traste prácticamente inservible, aun así cuando lo iba a visitar notaba su amor por ese pedazo de basura con cuerdas, lo primero que aprendió a tocar creo que fue “back in black” de AC/DC, que lo repetía a cada rato como con el tambor, solo que esta vez no se me ocurrió patear su guitarra.
Los antecedentes de suicidio se presentaron en su familia cuando el era muy joven, no recuerdo bien ahora pero creo que dos familiares se metieron un tiro para cuando el tenia 14 “que mierdero” lo oí decir afligido.
Cuando reingresó a la escuela su interés en la música aumentó, fue a tocar con dos tipos que había conocido a un lugar alejado, no me dio muy buena espina pero él solía hacer lo que se le daba la gana. Al día siguiente lo vi sin guitarra “dejamos los instrumentos ahí, vamos a volver a tocar” dijo anhelante, sin embargo los días pasaron y no se reunieron de nuevo.
Ahora el problema era su guitarra, su madre se negaba a llevarlo y no le quedaba otra que pedírmelo a mí, que ya podía manejar. “por favor, esa guitarra es muy importante” suplicó sin parecer que suplicara, la conversación terminó con un se lo dije, imbecil arrogante.
Al día siguiente lo había llevado a la bodega donde habían estado. Al entrar parecía que el viejo lugar se fuera a derrumbar, buscamos un rato ahuyentando ratas y quitando basura, al final encontramos la guitarra hecha pedazos “puta madre” dijo desolado, sus ojos tras su cabello largo y enmarañado se veían desesperados, aun así trato evitar explotar.
Los días siguientes los pasó sumidos en la melancolía, sumado a la pelea de su madre con su pareja, en la que ella terminó apuntándole con un arma. Después del incidente Wendy decidió botar cuanta arma hubiera en su casa, solo por si acaso la llevaba algún impulso violento, llevó una caja con las armas y las botó al río, su hijo se dio cuenta y me pidió a mi y a otros más que fuéramos a sacarlas del Wishkah “es dinero fácil, parcero” me dijo por teléfono, todos accedimos con tal de que el botín se dividiera. Sacamos la caja llena de pistolas hasta rifles y las vendimos, todos recibieron su parte y el utilizó la suya para comprar un nuevo instrumento, ahora volvía a tener ánimos.
Como en la escuela había que practicar algún deporte no quedó de otra que meterse al equipo de baloncesto, yo trataba de aprender y jugar cuanto más pudiera; pero él, menos competitivo metía una patada a alguien, lo expulsaban y volvía al banquillo diciéndome con una sonrisa maquiavélica “que lo disfrute” allí conoció a Matt Lukin, uno de los primeros punks allí, él nos metió en ese cuento porque era el bajista de The Melvins una de las primeras bandas que hubo en el pueblo, en todo el trajín de los conciertos conocimos a un Chris Novoselic, un tipo flaco y alto fan de Led Zeppelín, KISS que nos ayudaba a ayudar a The Melvins en sus idas a Seattle.
Estábamos muy trabados con lo del punk y las bandas, entonces apoyados por Matt y The Melvins formamos un primer bosquejo de bandas, yo recién aprendido en el bajo, Novoselic a la guitarra y é (por claros antecedentes) a la batería, ese fue nuestra primera experiencia como banda.
Después yo tuve que irme, no se que pasó con todos, creo que siguieron en su cuento, a los cuantos meses volví de paso a ver como andaba todo y lo encontré debajo de un puente. “Marica, esta hecho una mierda” me recibió sonriendo, estaba demacrado (más que de costumbre). Me reí ante su indiferencia ¿y que? “¿que? Pues nada, yo ahí, triunfando” dijo mientras se paraba con dificultad “pero pase, bienvenido al palacio Cobain” me interne allí y vi varios grafities sobre los muros “die God” citaba en varios. Ha estado ocupado, le dije con sorna antes de ver tras un pequeño colchón algunas letras, ¿“something in the way”? buen titulo para una canción, comenté mientras él revolvía una sopa burbujeante y pútrida que debía ser su comida “cual comida, estoy lavando la ropa, de comer no tengo” dijo apartando su cabello, rubio aun pese a la suciedad y mostrando sus ojos melancólicos. Me disculpe “tranquilo, Matt me va a dejar vivir allí un rato, me dedicare a la música” dijo ya más calmado. Solo me despedí con un abrazo de hermano, de parcero, de amigo. Suerte cabrón, la va a necesitar.
Traté de dedicarme a escritor pero no me fue muy bien, olvidé el bajo y estudié para electricista, en todos estos años he tratado de seguirle en la pista. Nunca pensé que hubiera llegado a algún lado, pero sí, pasó por mucho. A finales de los 80’s salio algo que se llamo Nirvana, donde estaba mi amigo de la infancia, compré Bleach, su disco y reconocí inmediatamente su personalidad en cada una de las letras sin sentido, su voz desafinada. Al final se había dedicado a la guitarra, mejor, le hubiera pateado la batería. Me enteré de que tuvo muchos problemas, supe que se caso con una vieja como él, aunque creí imposible hallar otro fenómeno como Kurt. Cuando salio Nevermind y vi todo lo que llego a ser, temí por el, no se si pudiera sobrevivir semejante asedio. Recordé a su familia cuando leí que se intento suicidar, y cuando nació su hija pensé en que pudiera estar pensando en ser como Don o Wendy, y supuse que recapacitaría para ser un buen padre, oí del unplugged que iban a hacer en New York, sin embargo él estaba allá y yo aquí en Seattle, pero lo vi en Mtv, reconocí con él a Novoselic, y a Something in the way la canción que vi debajo del puente, y al oír su voz calmada y sus ojos pacíficos pensé que había acabado su sufrimiento, pero creo que me equivoque.
Recuerdo que me llamó hacia una semana, no se como me encontró, había leído que se había escapado de rehabilitación y me contó todo lo que yo me había enterado por periódicos, en su propia versión. Estaba mal, sus ojos estaban más desesperados que nunca pero su actuar era más calmado, tal vez por las drogas, me hablo de Frances, su hija. Comenté que era electricista y con una carcajada demacrada (más aún) me pidió que viniera a reparar una alarma.
Recuerdo que llegué hace dos horas, lo busqué pero no lo encontré en la casa y vine a parar aquí, al invernadero. Y aquí estaba, tirado en el piso, era él; el pelo rubio, la tez pálida, la contextura delgada y los ojos desesperados. Con un tiro en su cabeza.
Siempre lo temí y tal vez no estoy sorprendido ¿triste? Más que cualquiera, ha sido un largo camino desde el niño Kurt Donald Cobain, feliz y juguetón, hasta el Cobain de Nirvana, un depresivo hombre que hacia delirar multitudes. No queda más que llorar, pero para él la paz interna fue tan utópica, tan difícil de alcanzar. Duele, mucho para quienes lo vieron al principio. Solo espero que halla alcanzado la paz, así sea de esta manera. Cierro sus ojos, que ahora en la muerte tienen por fin una expresión calmada. Ahora hay que llamar a la policía.
Solo queda decir ¡suerte cabrón y adiós, en donde sea que este!.