La condena de no ser nada para nadie,
de oxidar mis esperanzas cuando pasan los segundos.
Tu te irás, desaparecerás suprema,
olvidarás mi nombre en medio de otro cuerpo,
beberás de la sal de otra batalla vana,
continuarás tu rumbo hacia la nada.
Seguiré aquí, cada vez más viejo
en la espera de aquel sol eterno.
Cantarán los cuervos, recordarán las sombras
me darán con la espada cuando pronuncie un sueño.
Estas tardes sangran, enrrojesen el cielo,
lo llenan de muertes como las que vivo dentro.
Esta brisa duele como el más tierno beso,
traspasa los recuerdos, me incluye como uno más de ellos.
Sus recuerdos homogeneos,
sus historias homogeneas,
sus periodos homogeneos,
sus miradas homogeneas,
sus encuentros homogeneos......
Y ella tan única, tan llena de ruidos que enmudecen mis sombras,
de silencios que embravecen mis tristezas.
|