FERIA DE VALENCIA 1902.
======================
""Por las antiguas torres de Serranos y de Cuarte ,entran en la capital la
mayoría de los huertanos ,que pasan el año entero empleados en la ruda faena del
campo. Con el cuerpo inclinado trabajan en la tierra seca y endurecida por el sol
; muchas fatigas les cuesta, pero al fin consiguen que cada gota de su sudor
sembrada en los paralelos surcos se convierta más tarde en frutas sazonadas,
en dorados trigos, y así van transmitiendo a la fecunda vega la substancia de la
juventud, de su vida, para darle nueva savia, para mantener su lozanía, como la
madre amorosa saca de su seno el jugo que hace medrar al pequeñuelo, que
mañana hombre, esprimir su cuerpo con la fatiga del trabajo para dar alimento a
sus hijos.""
-¡Poema hermoso! ¡Himno sublime!. Si los hombres y las mujeres
estudiasen en los principios más rudimentarios de la naturaleza, irían más
directamente hacia la fraternidad universal, hoy y siempre.
Justo es , que cuando llega el mes de julio de 1902, cuando en la
capital se preparan los más atractivos festejos, abandonen los hijos del campo
su blanca barraca, su pedazo de huerta, y acudan a Valencia para distraer por
unos días la monótona existencia.
Procuran los novios casarse por esta fecha, y así, la enamorada
pareja de "novensans" entra en la ciudad mantada en la "haca" que luce con
airosos bríos los flamantes areos que la enjaezan. Estas son las vistosas grupas
que toman parte en la carrera de "choyes" y van vestidas a la antigua
usanza del país...
Desearía poder ucuparme de todos los festejos de 1902, porque los
creo dignos de recordar, por ser, a mi juicio, los más importantes de los últimos
siglos; pero al pensar en el extenso espacio que ocuparía una información tan
detallada, juzgo prudente nombrar sólo los más notables.
Desde primeros de julio de 1902, se hallaba en las paredes fijado el
cartel de la feria. Se debe al pincel de don José Mongrell, artista que va
aumentando sus triunfos notablemente. Ganó el primer premio en el concurso
de "El Liberal" y obtuvo el mismo éxito en el de la coronación del rey...Es de
los que han entendido bien el modernismo, y usándolo como arte decorativo,
produce obras dignas de felicitación, entre las que incluyo el cartel
anunciador de las fiestas valencianas.
Estas, empezaron como en los años anteriores, con la gran
"despert ". Todos los dulzaineros y tamborileros de los pueblos inmediatos, que
suman un crecido número, recorrenlas calles tocando a un tiempo la singular
diana. ¡ Cualquiera sigue durmiendo!. Los chiquillos se lanzan a la calle
formando corro alrededor de los músicos tempraneros, y el bullicio anormal que
se nota en el despertar alegre de la capital que se prepara a las fiestas.
Los dos mejores números del programa son : la batalla de las flores y
los juegos florales.
Siguiendo la costumbre, en el teatro Principal se verificó la fiesta de
la poesía. D. Juan Bautista Pont, aplaudido autor dramático e inspirado poeta,
alcanzó el honroso premio de la flor natural, bien merecido por cierto, pues su
composición que llevaba por lema "amor", es el mejor escrito hasta esa fecha
en lemosín. Hay en ella estrofas valientes, elevadas; pero donde se demuestra
la exquisita sensibilidad de su alma en los pasajes amorosos, cada verso de
cadencioso ritmo, hace pensar..., sentir hondo.
El Sr. Pont eligió como reina de la fiesta a la bellísima señorita
Mercedes Silvestre Sabater. Las valiosas joyas y el magnífico traje con que
adornaba su hermosura y la elegancia que la distingue hacíanla digna soberana de
la poética fiesta.
Como de la batalla de flores también tengo que ocuparme ligeramente,
me concretaré a decir que resultó, lejos la mejor que conozco. Fue una lástima
que el tiempo lluvioso desluciese algo el festejo, pues la muchedumbre que
invadía pabellones, como el de la Sociedad de Agricultura, el del Ayuntamiento
el del Ateneo Mercantíl, conjuntamente con el Arco de la Diputación , las
tribunas, graderías y paseo, era mayor que en años anteriores.
Se presentaron un crecido número de carruajes, pero de ellos, los más
salientes fueron:
Primer premio: Una mecedora confeccionada con enormes dalias
blancas; en el respaldo había un felino en actitud graciosa y debajo del mueble una
pelota de grandes dimensiones.
Segundo premio: un pavo haciendo la rueda; la cabeza, cuello y moco
del animal estaban figurados con aparatos y amarantos; el cuerpo con dalias de
diversos colores, resaltando las plumas en acertada disposición, y la cola,
formando abanico, la imitaban con gran propiedad dalias y jazmines.
Los demás premios fueron respectivamente a 23 carruajes más, donde
destacó, la carroza de las sociedades " Lo Rat Penat" y " Casino Universal".
Estoy en el apeadero del travía eléctrico junto al puente del Real.
La noche es clara, serena, hermosa, aun perdura el olor a tierra mojada
por la lluvia de ayer..., noche de astío valenciano, un vientecillo suave refresca el
bochorno que dejó el sol al partir, abajo buscando el mar, murmurando al tropezar
en los pedruscos del puente, van desliz ándose las aguas del río , en cuyas
orillas se adivinan a las ranas por la canturia gutural, por el croquéo monótono
que se escucha; el vacío celeste sublime, inmenso se extiende sobre todo, en
él brillan temblorosas las estrellas, semejantes a multitud de pinchazos hechos
en su manto azulado, por donde se escapa la luz misteriosa de otros mundos, y a
"l'otra vora del riu" a la otra orilla, del fondo obscuro de la noche se destaca el
recorte luminoso de la feria.
Hacia ella se dirige la multitud, la marea humana, ese conjunto de seres
que constituye la vida de la capital.
Hacia la feria se dirigen todos, guiados por una misma idea, pero
abrigando , cada uno un deseo diferente. Hacia allí desfilan todos; los que hablan
de teatro, de modas, de toros, de política, de conquistas y de persecuciones
amorosas.
Para estos últimos se hizo realmente la feria.
Cuántas ilusiones, cuántas esperanzas en cada juvenil corazón de
mujer !..La mujer valenciana!. Ahora que la veo pasar y confundirse en el
tráfago de la feria cuyos murmullos llegan hasta mí ; ahora que la veo pasar
recogiéndose con un pellizco coquetón el vaporoso vestido que se ajusta a las
correctas formas de su cuerpo cimbreante; ahora que contemplo su tez
ligeramente pálida, que me hiere el brillo de sus ojazos negros circuidos de un
livor tenue que los agranda y los ahonda; ahora que siento el respirar de su seno
exuberante que amenaza romper los encajes que lo aprisionan, imitando a los
claveles reventones de los huertos valencianos ; ahora es cuando juzgo que
ellas dan la envidiable y merecida fama a los festejos de la ciudad del sol.
Pasando el puente, dejando a la izquierda las montañitas donde fue
asesinado el general Elió y torciendo hacia el paseo, lo primero que se
encuentra es el busto de Aser, iniciador de la feria, y el arco de la Diputación
construido en 1888, cuando vino doña María Cristina a Valencia.
Desde allí se ve esa perspectiva fantástica, las fuentes, los elegantes
pabellones y los establecimientos de refrescos, resaltados por una línea de luces
que va dibujando la figura de aquel hermoso conjunto.
Frente al paseo y junto al palacio de Ripalda , están los bailes populares.
Encima del extenso tablado se levanta una barraca. La techumbre de paja gris
aún mojada, la blancura de las paredes, la parra que teje su toldo a las puertas,
las sillas con asiento de espasto, donde descansan los tocadores mientras
arrancan las guitarras aires moriscos, las parejas de huertanos vestidos con el
clásico traje del país , bailando la antigua danza del "hu y el dos", componen un
cuadro valenciano lleno de vida y de sabor local.
A intervalos detiene el curso de la sonata la voz del cantador que
entona la copla, una copla de armoníaextraña; aun oyéndola cerca, parece que
llega desde lejos impregnada del azahar de los naranjos, suave al principio,
potente al final como el canto del labriego que se aproxima a su barraca
cuando el atardecer pone término a la faena cotidiana.
Un fuerte instrumento de metal apaga la última cadencia de la compla;
cesan éstos, y son reemplazados por las castañuelas, que marcan, con
repiqueteo monótono, un compás lento acompañado del rasguear de las
guitarras, hasta que la voz del que canta vuelve a interrumpirlo.
El paseo, las horchaterías como la del Real y los pabellones están
profusamente iluminados. Cada lugar ocasiona un motivo diferente.
En el paseo, ¿ cuántas ansiosas buscan algo que el corazón espera?..
...¿ Volverá, el de la noche anterior a insistir?...¿ Vendrá el que rifa numeritos de
la tómbola?.
¿ Las horchaterías?... En ellas el espectáculo es muy diferente. No hay
otro remedio, si el novio no quiere pasar por tacaño, que convidar a su amada
y... a la futura familia ". ¿ Qué va a ser ? " , pregunta la airosa camarera vestida
de traje de labradora, descotado de blanco seno, cortas las mangas que
terminan en espumoso encaje, fresca la hermosa cara y con los cabellos
prendidos con agujas y adornados con claveles, que forman un canastillo de
flores. Y vuelve al momento, dejando sobre el velador los vasos de sólida
horchata, clavada en ella la pajita para absorber su frecura.
En algunos pabellones se dan bailes de sociedad.
¿ De cuántos idilios, de cuántas desazones son silenciosos testigos
aquellas maderas con artísticos decorados y aquellos globitos de luz blanca ?...
Pero donde mejor se pasa la nohe es en la parte baja del Pebellón
Municipal. Aquellas grutas de espeso follaje dan a la instancia una frecura
deliciosa.
Desde allí , sentado en la medio obscuridad se puede contemplar todo
perfectamente y nadie molesta, para la cierta intimidad.
La gente repartida en los sitios mencionados, pasa la velada tranquila,
esperando a que den las doce. Entonces varía por completo el aspecto de la
feria; van a quemar la "traca". La de la noche última, es la "monumental" la que
da vuelta a todo el paseo con sus 1.600 metros de longitud.
Algunos cohetes anuncian con silbidos prolongados la hora esperada;
en los postes de electricidad se encienden las luces de bengala; su cabellera
de humo rojizo se enreda en el ramaje y parece que ardan los árboles, varían los
colores que tiñen a las personas dándoles una expresión extraña, y después se
oye el ruido estrepitoso de la traca que se acerca.
Parece un monstruo infernal que avanza iracundo entre rugidos
espantosos y escupiendo espumarajos de fuego al verse aprisionado. El "cueter"
y un grupo decidido de curiosos, en el que abundan los chiquillos, van
siguiendo al último cartucho que estalla. Los demás , se apartan para dejar libre
el paso al que de tal manera lo solicita.
Hay que alzar la voz para lograr entenderse, hay que buscar el mejor
sitio para ver bien el impresionante espectáculo, y entonces sí, entonces todo es
animación, bullicio,algazara....Conforme se avecina hacia el final, son más
potentes los estampidos, como si el monstruo de fuego luchase rabioso con la
impotencia que le domina; mientras, tapándose los oídos, aguardan todos que
reviente la " canterella", el último petardo, que retumba estruendoso,
ensordecedor....,tanta algarabía con olor a guerra.
después, algunas salidas estallan sobre el fondo celeste, como si fueran
los estertores de la fiera que agoniza.
Esta es una fotografía muy velada y con 101 años de atraso de lo que
ocurre por la noche a l'atra vora del riu, donde está la feria, de la que regresa la
gente fatigada.
Después , Valencia queda tranquila como nunca; sus habitantes se
marchan a los pueblecitos inmediatos y allí pasan la temporada de calor,
reclinados en la cómoda mecedora a la puerta de la alquería, aspirando las
agradables emanaciones de la huerta y adormecidos por el bienestar de estas
noches estivales.-
|