Él dijo balbuceando: -Estás de mala suerte...-, y nos fuimos temblando, como perros de torrentera que ocultan el rabo en señal de hipócrita pleitesía... Nosotros escondimos algo más...
-Disculpe, qué hora tiene, por favor-...
-¿las cuatro?...
-Seguramente mi vieja me espera despierta-... ¿Y la tuya?...-
-seca-...
Una hora antes, descansábamos espalda con espalda sobre una cama de dos plazas en una habitación de hotel en Mariano Melgar. Me llamó la atención el enorme espejo pegado a la pared de enfrente, había otro en el techo, más pequeño, pero que pasaba desapercibido por las manchas lechosas que parecían colgar como estalactitas transparentes, y que mi amigo, habíase despojado de su pantalón...
-Pon el catorce-…
Cambié… En la pantalla no podía caber el trasero de una mujer vestida como si fuese una mesera de Mc´Donalds.
-Ahí, ahí; déjalo, assssu, mira cholito. Ese sí es un culazo-
Creo que los gemidos de la gorda lo despertaron, volví a cambiar de canal.
-Deja pe carajo-
-Pero si estás durmiendo, mejor veamos el Discovery-...
-Me acabas de convencer que eres Marica...
Una hora más tarde desperté, pasaban el noticiero, ya saben, “tombos” borrachos, los chilenos patentando el suspiro limeño, los Toledo las volvían a cagar…
-¿Qué hora es?-
-¡Shhhhhh!-
Él estaba parado frente al teléfono... -Sí, un par de chicas por favor, habitación veinticinco, gracias...-.
Media hora después me encontraba en el recibidor del hotel aguardando su llegada. Sin embargo no fueron dos sino solamente una...Ojos saltones y labios de pulpa inflada y rojísima...
-¿Tú eres el del pedido?-, preguntó rebuscando en el interior de su cartera, -¡no!-, respondí.
Entonces la conduje hasta la habitación. No le importó ir por delante mientras subíamos las gradas, dejándome verle el hilo dental que se le salía hasta la espalda.
Al llegar, la conversación se hizo problemática...
-Con los dos no puedo-, dijo preocupada, -¡Entonces uno por uno!-, dijo Enrique haciéndole reparar en sus vacilaciones. Finalmente salió rauda del cuarto...
-Vamonos a la Jesús cholito-… También abandonamos el hotel con desilusión... Ciertamente no estaba preparado, no era el momento ni la persona adecuada, aún así lo seguí sin un solo preservativo en el bolsillo.
Él se veía ansioso con una paz en su rostro, poco usual...
-¿Y si sales sifilítico o chancroso?-, - No pasa nada, si no, pregúntale al Sotomayor-...
Seguimos avanzando ,y las horas a nuestro paso. Nos sobreparamos frente a una pequeña puerta, el olor penetrante nos ahuyentó, la siguiente conducía a una gradiente oscura de donde las carcajadas de la putas persuadían a cualquiera. Entramos...
A un lado estaban como morsas fatigadas docenas de prostitutas adolescentes, en brazos de sesentones que las acariciaban toscamente, fingiendo un cariño paternal absurdo, tal vez catedráticos, profesores, policías, tenderos o desempleados, todos…
-No hay ni una libre, vamos a otro “chongo”-, dijo él, un poco más recuperado...La siguiente puertezuela nos condujo a un patio techado con esteras, decorado con débiles y atemporales luces navideñas… “Paraíso loncco”, decía en un letrero de triplay ...
Igualmente, las prostitutas estaban equitativamente repartidas entre señores de bigote y traje... Besándolas como si estuvieran enamorados, tratándolas como ya no tratan a sus esposas ni a sus amantes… Las amantes son como esposas pero con más libertad, pero igualmente cojudas…
Las siguientes horas recorrimos los demás lupanares, volviendo nuevamente a probar suerte en los que ya habíamos visitado, hasta que en uno de ellos encontramos taciturna a una morena de pigmea cintura y abdomen recto, describir el resto del cuerpo sería para cualquiera una obscenidad, atraía indudablemente a cualquiera; sesentones, sanos, ebrios, jóvenes como mi amigo y yo, es decir, esa mujer no merecía ser una puta admirable…...
-¿Aunque “prosti” es muy bonita verdad?-, afirmó con evidente deseo de conocerla, sin embargo mientras nos acercábamos con la timidez de un colegial, un enorme brazo de minero rodeó su retocada espalda y se la llevó a la barra para invitarle un trago...Y por enésima vez nos quedamos sin tocar nada, ni un pedacito de nalga aunque de la más gorda y más vieja, sin el roce accidental de un pezón. Solo muchas putas, muchas putas, ocupadas, cansadas…
Tal vez así fue mejor...
-Estás de mala suerte…No te preocupes cholito, el sábado venimos temprano y nos arrimamos a la negraza, aguanta nomás...-.
Ese sábado no llegó jamás. Ahora mi amigo está en EE.UU. y me sigue preguntando si conservo esa huevada de la virginidad.
Por supuesto le he contestado que volví por la morena y que me la he llevado a un Hotel… Aunque esto nunca haya pasado, él me felicita.
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