Las aves me espían día a día.Quieren conocer el secreto de mi vida: un cerebro que se resigna a reconocer que no siente para si mismo.

No reconozco la ciudad donde vivo, el barrio en que me muevo ni la cama en que duermo. No hay sabores ni razones, ni siquiera hipocresía.

El sol se pudre mientras procuro anular mis emociones, aplicando un curso que hice por correspondencia.Necesito vivenciar mis recuerdos como no los pensé en aquel momento.

Demasiadas culebras se esconden bajo 7 llaves.
Pienso que las contradicciones se anulan entre sí.
No habrá dualidades esta noche, y y quizás nunca más en este mundo.

Mejor comencemos a acostumbrarnos.