Flota un cadáver en las aguas turbias
de la voz amarilla
que señala las fronteras del odio.

Subyacen interrogantes
por surcos de los párpados
serpenteando confines de creencias.

En la orilla saludan los pañuelos
desteñidos de lágrimas azules
al saberte asesino de gorriones.

Un dolor sepultado en el abismo
gime
ante el ruego de coserle sus heridas.

Atolondrados hilos de amapolas
confunden estas manos
que apresuran la labor
por emparchar el tiempo del olvido.

La duda se persigue en las almohadas
¿será posible amanecer labrando a dúo?

Es tuya la respuesta, mía
será la excusa
de la espera colgada a barriletes.



© Silsh