Soy una concentración de moléculas y genes que me hacen ser hoy...yo. Única, distinta. No sé en que parte de mi cuerpo anida una sucesión de recuerdos imperceptibles que me forman también: el Jacaranda, el diario “la Razón” comprado sistemáticamente los domingos, mi primer libro. Olores, olores....el olor a los paraísos, el olor a la verdulería, el olor de la librería en penumbras a la que iba a comprar mis cuadernos, los olores a libros viejos que caminé en mi adolescencia. Soy eso. Soy mi padre atareado en algo desconocido, y de repente un levantar la vista y que nuestras miradas se crucen y el...me guiña un ojo. Soy eso y más. Soy eso y tengo que recibir nuevas experiencias. Soy manos y cabeza. Soy entera. Soy la que ama. La que recuerda, la que transita una vida distinta, variable y ala vez tan calma y trascendente. El caos en la quietud. El conocimiento en medio de la turbulencia del compartir. Fui maltratada y no tengo que dejar que eso se asome en ningún punto de mi hoy....pero ese retener un puñado de recuerdos, me lleva mucha energía. Liberarlos...no sé de que serviría. Me desespero por comunicar mi interior sin entender que mi interior es incomunicable....No se comunica...se comparte. Se comparte desde estas letras...desde un sentimiento líquido que se solidifica al escribirlo y se hace recuerdo.