EL LADO OCULTO DE LA CONCIENCIA

Lirio entró a la habitación, había podido encontrar la llave que celosamente su abuela escondía, después de tanto tiempo de buscar la halló, abrió la puerta sintió a primera impresión un aire perfumado que la adormeció, pero siguió avanzando, no había hallado el interruptor de la luz, por eso creyó que podía acercarse a la ventana y abrir las negras cortinas que siempre divisaba desde fuera de esa misteriosa habitación, dio un paso más y tropezó con algo pesado, se agachó y a tientas palpó el objeto que le cortó su andar, era una linterna muy grande, la alzó y encendió, fue alumbrando de esquina a esquina ese oscuro cuarto, no había nada interesante o fuera de lo normal, hasta que observó unas graderías que daban aparentemente a un sótano, y estaba justo delante suyo, a no ser que encontrara la linterna hubiera caído estrepitosamente, suspiró aliviada y obedeciendo a su ímpetu de adolescente curiosa de quince años, aprisionó la linterna a su cintura como cargando un rifle y se aprestó a bajar, el olor perfumado seguía adormeciéndola, paso, a paso, pisando quedito, luego firme, pisando quedito, luego firme, escalón a escalón fue sumergiéndose en busca de lo “oculto”, fueron diez minutos de estar bajando, mas o menos ciento veinte escalones contó Lirio, se detuvo a descansar, ese silencio sepulcral le daba un poco de temor, por un instante quiso regresar, mas aún si la luz de la linterna bajaba de intensidad, y viendo que no encontraba el límite a esa interminable escalera se dio vuelta y definitivamente pensó en regresar, pero para su asombro no habían escalones línea arriba, ¿qué?, se dijo, se desesperó, solo atinó a bajar lo más rápido posible buscando a la vez alguna salida lateral en la áspera pared que surcaba su vertiginoso camino, la linterna se apagaba mas y mas, y Lirio comenzó a gritar, se detuvo nuevamente y aterrada hasta los huesos, pedía la auxilien, finalmente no hubo mas luz, se arrepintió haber osado entrar a la habitación prohibida, sintió casi desfallecer de desesperación, luego trató de razonar, encontrar algo lógico ¿por qué cada paso que doy borra el anterior?, tocó el escalón que cruzó y notó que se había sumado a una plana rampa inclinada, que subía y subía por donde había bajado, entonces pensó que se trataba de una escalera electrónica, se calmó un poco y siguió la única opción que era avanzar, caminando a tientas, calculó unas ocho o diez horas de camino, estaba exhausta, pero creyó que había un final a ese recorrido, por ende una salida, de pronto perdió el equilibro y rodó, la linterna caía junto a ella, en uno de esos revolcones, la linterna golpeó su cabeza, perdió el conocimiento y se dejó llevar, rodó y rodó, quebrándose los huesos, dejando su sangre en la rampa lisa que borraba los escalones, totalmente magullada, con heridas y fracturas, volvía un poco en sí; encontró calma, pues su caída había cesado, ¡ayuda!, ¡ayuda!, creía que gritaba, pero su voz en realidad era muy débil, le dolía todo el cuerpo y pensó que allí moriría ¿pero donde maldición estoy?, se preguntaba, llorando y penando pasaba el tiempo, sobreponiéndose un poco a su tormento, se dio cuenta que ese lugar no era tan oscuro, advirtió que había un bullicio extraño, combinado de voces, música, gemidos y llanto, ¡por favor ayúdenme!, repetía innumerables veces, entonces unos pasos firmes se acercaron a ella, con voz nada amigable un hombre le dijo: ¿vaya que te pareció la caída?, ya nos habían reportado que hurtaste la llave, tú te lo buscaste.

Lirio no entendía absolutamente nada, estaba mas confundida que al inicio, suplicaba la ayuden, ¡por favor, necesito ir al hospital! ¡no me puedo mover!, el hombre la rodeó como observándola, lentamente la estudió sin tocarla, ella comenzó a llorar, rogando la ayude, y nuevamente se desmayó, solo sentía ese extraño olor que la adormecía, ahora era más intenso, entendió que de allí provenía...


Continuará.