Eres un buen principio,
una altertaniva entre las locuras, una corazonada de esas que convienen.
Eres el detalle que siempre, necesariamente, altera lo demás: lo que fuera mejor, lo que debiera ser, lo que hace falta.
Eres un pozo al que siempre se anhela asomar, uno de esos que devuelve las palabras más doradas, las perdidas.
Eres un reflejo apenas adivinable, una voz, unas manos, unos ojos, un contorno que no cierra, que se deja tocar.
Eres mi íntimo paseo, mi sueño, mi horizonte, mi agua. Desespero porque te sé; porque estás lejos, porque no hay mayor soledad que un mar de palabras como estas, inexpertas, pequeñitas, cobardes. Eres de mí y no me sábes, no me encuentras. Esto es una botella en el fondo de un mar sin historia.
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