Dedicado a los niños adultos y a los adultos niños, especialmente para esa persona que me ha repetido tantas veces, que ya ha crecido, y que ya está en la etapa de la vejez... Para que acepte que la vejez sólo es la suma de la juventud acumulada que, al fin y al cabo, produce cada vez más juventud...
EL NIÑO INTERNO
Cuando fui niño…
mi niñez se limitó a pensar,
efecto del cariño:
en cómo estudiar,
en cómo obedecer,
en cómo aprender
y en cómo crecer
para llegar a ser
un estupendo adulto,
y mi grado de reflexibidad,
siempre dispuesta,
con objetividad,
lograba subir en mi madre el orgullo
y levantar las cejas de mi maestra.
Ahora que soy añejo,
traspaso los límites de mi pensamiento,
rescatando al niño
que quedó detenido
en el rincón de mis recuerdos,
para que surja a compartir,
disfrutar y vivir
renovados sueños,
la fantasía,
el regodeo,
la sonrisa,
la risa
y las carcajadas;
esto me ha ocasionado,
las amorosas miradas
de mis vástagos
y la aceptación de mis educandos.
Continuamente
huí de las puerilidades,
de la gente,
despreciando las simples cosas
y hasta las rosas
que me parecían banales.
Caminé con urgencia
hacia el crecimiento
de la inteligencia
y la trascendencia
de mis virtudes…
y he descubierto,
en mis multiples defectos,
sólo similitudes;
y que la llegada se aleja
o nunca ha existido
porque no existe meta.
Y, mientras tanto en el camino,
me he venido dando cuenta
que no tengo destino,
he tomado conciencia
que sólo he estado aprendiendo
a valorar los momentos,
a disfrutar del saludo
y a ser amable con el mundo;
porque lo único verdadero
es que he venido corriendo,
siempre en el mismo rumbo,
a tener un encuentro
con un niño interno
que se burla de mis errores
y se enternece con las flores,
porque no se hace viejo.
Derecho de autoría en el Registro de la Producción Intelectual de la Dirección Nacional de Derecho de Autor (DNDA), adscrita al Servicio Autónomo de la Propiedad Intelectual (SAPI). |