LAS APARIENCIAS ENGAÑAN
La pelota de cuero estaba ahí... Sola... Siendo castigada por el sol, la lluvia y el viento. Yo la veía desde hacia mas de un año, ahí, en el campito de frente a la casa donde vivía, a la que me había mudado hacia mas o menos ese tiempo. Ella siempre estaba. Nadie la tocaba, pues causaba un poco de desprecio verla curtida, desinflada e inútil. Sólo me llamaba la atención un hombre con aspecto abandonado, que vivía en una humilde casita conformada de chapa, maderas de costanera y cartón, justo frente a mi casa atravesando el campito, justo del otro lado del terreno.
Y me llamaba la atención, porque por las mañanas, cuando me iba a trabajar, lo veía a una distancia no mayor de dos metros de la pelota, sentado en un casillero de los que traían cerveza antes; de madera, y acompañado por el mate; y en las tardecitas, cuando volvía del trabajo, se lo veía acompañado de una botella de plástico cargada a medias con un tinto barato, mirando la pelota.
Conversaba con los vecinos sobre el tipo ése. ¡Que hombre vago!- Decía la vecina de la casa de la izquierda - En vez de ir a buscar una changa pasa todo el día ahí...
Me parecía un marginado, y además ningún sentimiento de lástima me invadía ver un tipo al santísimo botón observando una pelota.
Verano o invierno. Daba igual. El siempre estaba ahí.
No podría calcular su edad, porque tal vez era mas joven de lo que aparentaba, pero su maltrato y su apariencia daban imagen de un tipo de unos cuarenta o cuarenta y pico de años.
Con mi esposa hablábamos del loco ése. Los vecinos de mi casa también. Era tema central de las "lavadas de veredas de las señoras", de los cansados trabajadores que volvíamos y nos poníamos como ejemplo frente al anticristo sentado mirando la pelota. Algún bonachón decía: "No jode a nadie"; otro retrucaba: "Pero no sirve para nada".
No falto quien dijera: "Habría que internarlo", y hasta alguna alma caritativa decía de la boca para afuera - porque jamás nos acercamos al barrio de enfrente- "podríamos ayudarlo con ropa, comida, etc..."
En su inquisición se leía pegado a su rancho, con letras mal escritas”: CARPINTERIA".
¡Mire si va a ser carpintero este borracho!. Además ¿Quien le iba a dar trabajo a ese loco?.
Trabajar trabajábamos nosotros.
Como si fuera poco, a veces emergía de su cueva una mujer con medias de lana, muy mal vestida, despeinada y lo llamaba...
Nosotros pensamos: seguramente la hace trabajar limpiando o lavando ropa. Proxeneta de alma. Ser deplorable. Mal viviente.
Cierto día fuimos al campito a jugar un picadito con unos amigos. Nosotros que sí trabajábamos y éramos sanos y de buenas costumbres podíamos ir un Domingo a jugar al fútbol.
Como bobeando, fui a tirar una patadita a la pelota... El hombre se transformó, se llenó de ira y vino directo a mí con su botella en la mano como para tirármela. Y me la tiró...
Se armó un lío tremendo... Participó todo el barrio... Todos me defendían. Hasta la esposa de él salió a mi encuentro, y con voz lastimosa me dice:
-Pase por favor
Yo juro que entrar a esa casa me causo algo de repulsión, porque mis instintos más estúpidos estaban en alza, pero obedecí mientras el hombre era abrazado por un montón de gente de su barrio y lo llevaban a la casa de un vecino suyo que vivía en similares condiciones económicas.
-El Cacho no es malo, no... El Cacho solo esta podrido
-¿Y por que razón no se pone a trabajar como la gente común en lugar de pasar el día cuidando una pelota podrida? - Pregunté verborrágicamente.
-Le voy a mostrar una cosa:
Saca de un mueble de rústica madera un diario local.
-Léalo
Procedo a leerlo y dice: "Niño muerto en accidente en carpintería".
Me sentí una basura... Pero más aún cuando vi un recordatorio escrito por el hombre y encuadrado en la pared al lado de la foto de un niño, con una flor artificial al lado, que decía:
“Querido Chiquito. Te fuiste laburando conmigo. Guardo las camisetas del baby fútbol para que Mamá no las lave nunca; Los championes que nunca pude comprarte no están. Pero los Pampero que tenias tampoco los tiré. Y la pelota que compramos cuando hicimos la reforma en lo de López, de cuero y de verdad, te juro que va a quedar en el mismo lugar donde la dejaste y la voy a cuidar como si fueras a patear un penal.
Papá.”
Las apariencias engañan.
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