¿Por qué será que me gusta tanto la soledad cuando estoy acompañado?,
y ¿por qué la odiaré tanto cuando estoy solo?,
¿Será que uno necesita sentirse amado?,
para encontrar la soledad ya sabiendo que no se está solo.
Mi soledad en este momento no te soporto,
no te quiero ver, ni hablar, ni murmullarte.
No soy malagradecido ya que solo tu me has comprendido
en los momentos confusos y has estado allí conmigo.
Se que estas aquí y te siento,
a la expectativa de algún falso movimiento,
comprende que no estoy completo,
necesito de su esencia para conversarte de nuevo.
Has estado conmigo mucho tiempo,
ya que mi barco siempre ha estado entero,
el mar fiel testigo de mi corazón aventurero,
sabe bien que este navío solo no navega por los cielos.
Ojalá mi estrella, fuera ella,
la tripulante estrella de mi historia,
y juntos así encontremos lo etéreo,
dejando atrás las penas, buscando siempre lo eterno.
Soledad mi compañera que callada estas conmigo,
no reclamas mis conductas y me sigues sin dudar en el camino,
desearía por momentos que fueras ella,
para así poder al fin entregarme la vida entera.
¿Por qué no te vistes de gran dama?
¿Por qué eres fuego que no se apaga?
Solo tú y siempre tú,
no me ha negado nada.
Aunque nunca podré robarte un beso,
ni acariciar tu cuerpo,
tampoco sentir tu calor intenso,
te fundirás en mi como raíz al suelo.
Gracias, por compartir estos momentos conmigo,
“mi eterna pasajera”,
descansa un rato,
que por ahora prefiero estar fugitivo.
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