Callados, silenciosos
cerebros oxidados
trasuntan su desidia
contando padres nuestros
juzgando la ignorancia,
dan discursos,
dan cátedras
de distribuir sus dádivas
con olor a miserias,
mientras otras manitas
de huesos escamados
se desflecan pacientes
engordando la tierra
donde pastan,
cosechan,
nutrientes de los amos.
Entrecruzo mis gritos
con tus furias,
mientras pasan las cuentas
uno a uno
... en rosarios.