Sólo tenía que tomar el Metro para ir a juntarme con mis compañeros y listo. Sólo iba a ser un viaje más hasta la Quinta Normal. Sólo tenía que ir callado, escuchando música y mirar el paisaje. Esta vez no sucedió así, esta vez no me pude abstraer ni pasar inadvertido para nadie.
Tomé el Metro para ahorrar tiempo y no encontrarme con nadie más, para no distraerme. Sólo tenia que seguir el viaje igual, sin nada mas. Estación Ñuble. Morena a la vista. Sólo debía disimular que la observaba como uno más. De pronto, para mi sorpresa se dirige hacia mí con cara de extrañada, yo sólo debía decir que no y esto se acababa ahí mismo.
Un tanto confundida me pregunta si falta mucho para llegar a la estación Baquedano y hacer la combinación. Por suerte fue eso lo que me preguntó, me dije, menos mal que no me increpó por mirarle sus largas piernas y sus caderas redondas pero firmes, un deleite para los ojos. Al mirarla a los ojos me di cuenta que tenia unos preciosos ojos pardo y un cabello negro y largo, con el cual el viento del tren jugaba a llamar a los hombres a que olieran su perfume, pero a la vez lo recogía como diciendo, sólo tienes que observarla, observarla y nada mas.
Pasada la impresión de que una hermosa joven se te acerque sin mas, le contesté que no mucho, que yo también me bajaba allí, sólo me bajaba allí y debía seguir mi camino, sin nada mas que decir. Pero grande fue mi impresión cuando se puso a conversar conmigo. No porque no debiera, sino porque yo no la conocía y ella a mí tampoco.
Carolina se llamaba, Carlos, me presenté. Inmediatamente me sentí como Francisca, la vez que la abordé en la micro y la conocí. Así se siente la incomodidad, desnudo frente a todos, sin más opción que callar o conversar, sin poder abandonar el tren o microbús, a tu suerte y rogando que tu estrella sea de buena suerte, sólo debiendo enfrentar tus miedos a lo que venga y nada más.
Es raro cuando no conoces a esa persona y de la nada te cuenta su vida. Yo sólo iba juntarme con unos amigos en un asado, pero ella venía de ver a su novio (lástima), desde Rancagua, pero el afortunado estaba enfermo en cama, así que la mandaron sola de vuelta, talvez pensé, su familia no la quiere, de otro modo no me explico que lancen a una joven tan linda y del campo a los brazos malcriados de la ciudad, donde ni sus hijos se consideran seguros, ni siquiera sus predilectos ni esos, ni nadie mas.
De Rancagua, soltera, secretaria, 20 años, de la Universidad de Chile, tres hermanos, un sobrino, le gusta la música rockera y el heavy metal (eso surgió porque yo andaba con un parche en mi mochila de Criminal), Me sentí como un animador de un concurso de belleza. “Ella es Carolina, 20 años, estudió secretariado, tiene novio, le gusta el rock,. Sus medidas son 92, 60, 95 y es oriunda de Rancagua”. Nunca me había sentido mas incómodo frente a una mujer, pero sólo frente a ella y a nadie mas.
Me siguió por todas las estaciones en común hasta que me bajé. Como iba llena de bolsos, y a sabiendas que ya no me la iba a poder sacar de encima, decidí ayudarla, total ya estaba en esto hasta el cuello y por último no era tan pesada sino bien simpática. Fuimos conversando de todo por unos 20 minutos, sólo duraría 20 minutos y nada más.
Pero para mi fue como si la conociera de toda una vida, cuando me bajé no dudé en robarle un beso, pero eso ya sería mucho, así que resignado me despedí de ella. Sólo me quedaba con su aroma y recuerdo eso y nada más. Cuando me dice adiós y me da un beso que me dejó inmóvil en la estación mientras la vi desaparecer, por el túnel del Metro. Por Dios sino me imaginé cosas, ‘ese túnel es la vida que pasa llevándose nuestras vidas y bla bla’. Sólo fueron 20 minutos en los que nos conocimos, conversamos, nos hicimos amigos y fuimos amantes, pero sólo fueron 20 minutos y eso es sólo lo que necesité para conocerla eso y nada más.
|