Nada más queda en el vacío
de esta mía llamada alma
Cómo pasar los días sin querer pasarlos,
sin saber cómo no estar presente en ellos.
Destroza mi mente el simple pensamiento,
la huida y el abandono
Es esta soledad la que me lo recuerda,
es esta fría lluvia en las noches de invierno,
y eso que apenas días atrás aún me compartía.
Sin poder explicar, ni entender mi razón,
cómo algo termina sin tan siquiera empezar.
Y ahora, nada, tan sólo… la indiferencia
en mi cuerpo hecha metal,
mis venas heladas, causa del no sentir,
lágrimas talladas en un rostro oculto
como prolongación eterna de la desdicha,
con la verguenza del no existir
Es aquello que se pierde y se olvida
al no presagiar futuro, por tan siquiera luchar por crearlo.
Aún estoy hablando de aquello... de lo mismo que no quieres escuchar
y te haré leer,
se trata de lo nuestro,
de aquella historia que se fue sin ser
como tú… se marchó sin hablar
En un mundo de ilusiones rotas
y cosidas por doloridas manos
sólo una tonta inocente que aún soñaba con algo mejor, eras tú su única fe
y tú, como sin saber, sólo desgarras mi pecho
entre tus manos
como un juguete indefenso en garras de un perro
Se desvanece esta ausencia
como pétalos silenciosos que van cubriendo
este suelo formado por los años,
duro firme cubierto con promesas olvidadas
y escarbado con palabras rotas
dejando entrever besos calcinados
y caricias cristalinas
Una muerte lenta y presagiada
que va olvidando mi nombre
que me llena de gusanos
antes de llegar la hora,
que me reconcome las entrañas con la culpa
Sólo clamo el renacer…
mi alma libre de presagios
y ataduras en mis pies
que se borren de mi cuerpo y mente
las llagas, heridas y recuerdos del ayer
quiero admitir y elegir esta mía soledad,
pido ser yo,
sólo por y para mi.
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