| Y te sigo viendo
 
 Ayer tu cintura quebrada se adueñó de mi mirada, te seguí viendo despierto y también dormido, tu espalda elevada acentuaba el corte y resaltaba los perfiles de la imaginación.
 
 “Te veo en mis sueños,
 recorriendo idénticos paisajes,
 compartiendo las mismas aventuras
 y diluyéndonos en escenarios
 que no se explican.
 Y te veo al interior de todos los espejos, sonriente,
 y deseo que puedas estirar tu mano amiga
 para acompañarme, ahora,
 con un gesto femenino y solidario”.
 
 Hoy, en un encuentro casual, estás frente a mí, recorro tu escote y descubro la más exquisita suavidad, injustamente aprisionada, creando un canal de seducción infinito, y te vuelvo a soñar como una armonía inseparable.
 
 “Y te veo de frente y te deseo,
 para cobijarme en tus  rincones de seda
 y sentir que son insuficientes mis caricias,
 y así revivirlas hasta el infinito
 a la espera de las tuyas.
 Y me pregunto: cuándo acudirás a esa ceremonia
 que une los rituales solitarios
 y que te espera”.
 
 
 Dime, cómo te veré mañana, y si revelarás nuevos senderos de ilusión.
 
 “Por último, cierro los ojos
 y te sigo viendo”.
 
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