Las manecillas del reloj dieron las doce
mientras yo me percataba
con protagónico gesto de pavor
de que un solo zapato era inútil
para saltar los charcos del fracaso.
Esa noche lloré en la costanera,
tenía tres monedas y dos chicles
una media embarrada,
y el corazón seco.
Mi ojo contemplaba
una ojota de goma flotando a la deriva
y unos peces podridos encayados.
La basura de los muertos
se reía a carcajadas
y yo tanteaba en mi bolsillo
algo de conzuelo
regresar a casa,
un puchito quebrado.
Texto agregado el 24-01-2006, y leído por 127
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Lectores Opinan
24-01-2006
MIL ESTRELLAS ASI ES mariposamulticolor
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