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UNA FÁBULA
Cierta vez, la Hormiga quiso conocer el significado mismo de la Verdad, para eso subió a una silla, luego al anaquel de los libros y por último, se animó al Sopena de trescientas páginas. Entonces, siguiendo el orden alfabético, leyó el significado de Verdad. No entendió. Media contrariada por este gusto tan de capricho, se inclinó hacia el borde del mueble y sintió el bufido de la Araña que colgaba trapecísticamente del techo.
- ¿Qué pasa hermana? - preguntó la Araña, olvidando el hecho que no existe parentesco entre un arácnido y un insecto por las dos patas de más que tienen las primeras.
- Quiero conocer la Verdad - dijo la Hormiga, obviando la petulancia de las ocho patas.
La Araña, que a esa hora ya sufría hambre, imaginó la bodega de su vecina llena de comida, de bichitos blandos y tiernos y pensó: "La mandaré lejos para solazarme con sus pertrechos".
- Querida amiga - habló melosa la Araña - por allá cerca del lugar en que nos atropellan los Good Years, más allá de la selva de césped, cerca de la congruencia entre el río del desagüe y la floresta, encontrarás la Verdad.
Agradecida, la Hormiga caminó dos lunas. Cuando regresó, ignorante aún de su inquietud, cansada y dolorida vio como su casita, su hormiguero, había sido demolido y hurtada toda su comida. Le hirvieron las antenas y al mirar el piso encontró unas huellas grandes y planas en mucha cantidad y que estaban por doquier. Cada paso era de ocho marcas. Corrió entonces la Hormiga hacia la guarida de la Araña y gritando dijo:
- ¿Pero que haz hecho mezquina?
- ¿Yo...? - dijo hipócrita la Araña - yo no he hecho nada.
- ¡Eres una mala vecina! - increpó la Hormiga - me enviaste lejos y aprovechando qué yo no estaba, haz entrado a mi casa y robado mi comida.
- Querida amiga... - empezó diciendo la Araña.
- Calla mala vecina - interrumpió la Hormiga - eres embustera, eres una sucia tramposa y además eres... eres, una mentirosa.
Y entonces, la Hormiga movió sus antenitas, encrespó las mandíbulas y lloró. Lloró porque había conocido la Mentira y sin querer, por simple deducción de negativo, encontró a la Verdad, pero no como hubiera deseado.

Texto agregado el 24-01-2006, y leído por 1047 visitantes. (1 voto)


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