No concibo porque cuando percibimos que alguien llora alguna angustia, vislumbramos que son voces falsas que hablan de algo que suponemos no existe, no conseguimos entender que aquella voz que intento ayudar, ingenuamente nos estaba acondicionando para un encuentro inminente con el desconcierto, que torpes tantas veces somos en el corto transcurrir de nuestro tiempo. Que alcen los bosques, que vacíen el mar, que apaguen todas las estrellas, que rompan el aire, que fulminen los sueños que nada es esencial desde que no esta lo que me diste ayer, el desazón se adueño de mi y el alma esta mañana me dejo, cuando sin dar aviso se trepo en la esencia de la aurora, quizás ya cansada de tantos desvelos, por la pena de saber que te perdí y en tu lugar se alojo mi muerte, como hago para despedirme si en vez de ti esta tu ausencia, quien te condujo hacia mi maldita angustia.