Vengo llegando de un espectaculo maravilloso, y es como si volviera de mi infancia cargada de peliculas maravillosas con todos los sueños de niña puestos en mi. Claro si yo queria ser Nadia Comanechi, o ser de esas patinadoras en hielo que bailaban en brazos de sus amantes (no podian ser otra cosa en mi imaginario infantil) dando vueltas por la pista en una danza maravillosa, fria y alegre.
Ahi estaba sentada con mi hermana comiendo mani con cascara, riendonos de un tigre maravilloso que dopado se dejaba fotografiar y acariciar por niños y familias. Llorabamos de la risa pidiendo a gritos que Tarzan fuera a vernos personalmente, ya que es la estrella del circo, y bueno, parecia un striper de primera.
Me encantaron las luces, el afeminado primer bailarin Anton de apellido impronunciablemente ruso.
Me encanto el show de magia, con la definitivamente obvia y falsa cortadura de la bailarina en una caja magica.
Soñe que podia encajarme una de sus mallas, y colgarme del trapecio, siendo estrella y maravilla, soñada por los niños desde las graderias. Soñe con los suvenirs luminosos, los mismos que afuera vendian a menos de la mitad del precio, y que en la vida real no tienen ninguna utilidad, pero que feliz me hubieran hecho. Feliz tambien me sacaba la foto con el tigre, y la ampolleta esa con cara de matraca o las chispitas de colores.
Habia una vez un circo, y hoy fui a verlo y me senti niña, y grande, y me encanto y solo quise estar contigo y contartelo, por eso lo describo aqui. |