La imagen del 9° Desafío fue la pintura “La Balsa de la Medusa” de Théodore Géricault (1819) Óleo sobre Lienzo Ver en http://www.desafio.blog.com.es/
Ganadora:
GMMAGDALENA con el cuento ”El Robo”
Segundos Lugares:
ECCE-HOMO con el cuento “Que nada te turbe”
FINCH con el cuento “La Tempestad”
Para ver otros cuentos participantes:
http://www.loscuentos.net/forum/9/4941/
CUENTO GANADOR
El robo
La noche era helada y oscura como la misma muerte, apenas podía permanecer quieto en la esquina de la casona, con un pucho que tapaba con la mano, para que no se reflejara en la oscuridad.
El Colorado Mendieta era quien había traído la noticia. Lo escuchamos ansiosos, hacía días que no entrábamos en acción y nuestros bolsillos estaban pelados.
· El viejo Isaías, tiene un cuadro que vale oro –dijo.
· ¿cómo sabés? – la pregunta la hizo el Flaco Salgado.
· Me lo contó la Juana, dice que lo heredó de un pariente, un ricachón.
· Vamos a robarlo.
Así de rápido, a mí me tocó el papel de campana. Me encogí de hombros. Mejor.
Ya estamos, ellos adentro, yo campaneando; hace rato que entraron y no salen, no se escuchan ruidos y eso me preocupa. En un momento creí escuchar algo, pero sólo fue una ráfaga de aire, luego todo volvió a esta quietud helada.
Mejor entro y los apuro, antes que algún vecino que me vea, se avive.
La casa es una mugre, las ventanas son huecos por dónde se ingresa fácilmente. Un olor pútrido me asalta apenas me deslizo en el interior.
Sigilosamente voy hasta la vieja sala, el cuadro está dónde dijo la Juana, el viejo duerme en un sillón; de mis compañeros, ni noticias.
Recorro la casa, en ninguna habitación los encuentro, la linterna tiembla en mis manos.
¿Dónde carajo están? Estos cobardes se rajaron al ver al viejo – pienso.
Vuelvo a la sala y me acerco a él, ronca.
Decido llevarme el cuadro, lo ilumino con la linterna, es una balsa con un grupo de harapientos, parecen desesperados. Algo llama mi atención, acerco el rostro estupefacto y en ese instante los veo, el Colorado y el Flaco me miran desde el cuadro con un gesto de terror.
Cuando siento la ráfaga de aire junto a la carcajada del viejo, ya es tarde.
Gmmagdalena
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SEGUNDOS LUGARES
Que nada te turbe
La esperanza me sabe a crueldad mientras sobrevivo… –vivo mi muerte sobre la balsa de la desolación-.
“Que nada te turbe” decía la lámina que señalaba la página del libro que leía antes de este Apocalipsis. Orar. Implorar. Saciar la fe con expectativas que no se avecinan. La esperanza es un invento de dioses narcisistas… dioses!
Yacen mis iguales en esta balsa estacionada en el limbo que se niega. Llueve sangre y carroña en la estela que dejamos. Saciar la esperanza con vulnerabilidad y bilis de aquellos que ya sucumbieron la derrota. Vivir más para qué? ya no seremos los que fuimos. Que nos quedara de humanidad. Cómo nos verá la humanidad que nos niega?
La esperanza me sabe a crueldad mientras quisiera tener la osadía de dejar de ser en esta balsa del destino.
Ecce-homo
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La Tempestad
Nunca escuché rugir al viento de tal manera. La tempestad salió desbocada por las fauces de un dios agobiado por el egoísmo y la indiferencia. La lluvia embistió con gotas irascibles, que parecían querer limpiar la podredumbre de la humanidad y el mar se unió a esta sinfonía desafinada ambicionando romper sus fronteras y engullirlo todo. El mástil colgaba como miembro fláccido después de haber sido cercenado por la espada humeante de un relámpago. Logré ver que el brutal vaivén del barco tiraba a Manuel de un lado al otro de la cubierta y en señal de locura grité su nombre, grité hasta ahogarme en quejidos mezclados con llanto pero fue en vano. Salí de la cabina y fue entonces que lo ví caer…me aferré al mástil tan fuertemente que mis dedos empezaron a sangrar y escuchaba las risas de ese amigo, que envuelto ahora en la violencia del mar, desaparecía para siempre. El instinto tomó las riendas de mi mente cansada y regresé a la cabina por inercia. En vano continué pidiendo auxilio por la radio y terminé arrodillándome ante ese aparato, rogando escuchar una voz que me dijese que aún estaba vivo, que podría una vez más ver las huellas de mis pisadas en el barro, que disfrutaría el calor del fuego de una hoguera. Mis súplicas las atrapó el viento y las diseminó en el vacío, mis lágrimas las forjó el relámpago formando estrellas y mi espíritu, desnudándose ante la fuerza indomable de la naturaleza, cobró una forma diferente, se unió a la melodía inconclusa de la vida y supo lo que era ser libre.
Finch
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