08:30 a.m., el despertador suena devolviéndome al mundo real. Me levanto sin ganas de nada pero las obligaciones me abruman. Hoy tengo una entrevista de trabajo en una empresa importante y debo estar perfecta para la cita, así que sin tiempo para reflexionar empiezo a ponerme la mascara de mujer divina e ideal que tanto odio. Durante la fase de maquillaje me miro al espejo y no me gusta la imagen que me ofrece, esta no soy yo simplemente es una cortina de humo, una proyección de lo que es socialmente aceptable. Tal y como se va acercando el momento de la cita todo en mi ser me indica que no vaya, que esto no es lo que yo busco ni como persona ni como trabajadora, así que me armo de valor y decido no ir a la cita. No quiero ser otra mujer mas, no quiero caer en las redes de los convencionalismos, yo quiero vivir mi vida sin mascaras, sin maquillajes, únicamente quiero ser yo y quiero que se me valore por esto y no por la imagen que quieren que proyecte. Me siento libre, es probable que piensen de mi que estoy loca, que he rechazado una buena oferta pero ¿quien dice que eso para mi es bueno?.
Yo quiero vivir mi vida tal y como dicta mi corazón así que creo que hoy he sido consecuente con mis ideales. Quiero ser una mujer no una fotocopia más de lo que nos intentan hacer creer que es una mujer y hoy he dado el primer paso.