Tienes la estatura
que mi pequeño cuerpo necesita,
las manos abiertas de par en par,
acariciando mi desconcierto eterno.
Tus ojos aguardan el gesto distraído,
la caricia del pasado incompleto.
No estabas, pero estabas,
oculto en mis terrores,
abrazando mi corazón,
sosteniéndolo
desde tus pies hasta tu espalda.
Tienes la sonrisa que enjuaga
todos mis amaneceres,
que libera a mi mirada gris
y descubre en la comisura de mi boca
hoyuelos de colores amables.
Tienes mi vida en tus cuadernos,
la imagen de quien soy
en tu intelecto,
tienes mi piel
mi carne
mi dolor.
Ayúdame a nadar
en esta incierta historia mía,
que me sumerge en laberintos
habitados por lobos,
que anhelan devorar
mi único momento de coherencia.
Tienes la estatura
que mis piernas necesitan,
para no hundirse siempre
en la misma esquina
y agonizar siempre
en la misma ciudad...