Ha llegado el final de un camino
con su diestro polvo
encendido de lluvias.
He aquí la sentencia del rastro,
la ley de una distancia
que apenas se aleja
y apenas conmueve.
Al final se agita la carne sin vida
y las manos te llaman
vacías...
vacías...
vacías...
Texto agregado el 23-01-2006, y leído por 268
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