Nubes procelosas se agitan y cambian mostrando formas obtusas no euclidianas y poliedros inimaginables en el confín del cielo.
El relámpago acaricia con sus luces y aclara momentáneamente la faz de la tierra.
Esqueletos raídos de árboles estiran sus ramas vacías al infinito como manos que se elevan en busca de piedad o de súplica...
El viento acomete sin cesar sobre la superficie desgastando y cubriendo todo con un manto de polvo disperso en el aire.
La aridez del ambiente no se ve perturbada por la menor humedad procedente del cielo ya que las escasas gotas que se originan se evaporan antes de tocar el suelo...
No se escucha nada más que el batir de los elementos...
El viejo planeta Tierra ha llegado a su final...