- Yo no tengo respuestas a todo.
Posiblemente no tenga respuesta a nada de lo que de verdad importa.
El viento nos mecía a tí y a mí, y el murmullo del rio rellenaba nustra conversación vacía, más vacía sin tí. Era dramático buscar en tí una mirada y no encontrarla, ni siquiera los ojos, perdidos en un infierno infinito de amargura y desesperación.
- Yo no te pregunto nada, asi que no quiero una respuesta. Solo quiero que tu mismo lo pienses.
El silencio se transformó en tu cautivadora voz de nuevo, y el deshielo de mi alma comenzó. Sin saber muy bien ni que decir, ni que hacer, solamente dudé, y pensé. Pensé en lo que fuimos y en lo que no somos ahora, pensé en lo que quisé yo de tí, y en lo que yo te dí, sin que tu me lo pidieras. Pensé por una vez que quizá hubiera sido mejor no haber pensado nunca, no haberte querido nunca, no haberte besado nunca....Pero esa duda desaparece en tus labios, incluso hoy, el día en que se parte mi alma en dos, me pierdo en el oceano de mi delirio contigo.
Hoy que las palabras se nos quedaron cortas, hoy que solo tu presencia puede conmigo, hoy que paso de nuevo a ser... solo uno mas de tus amigos...
- Solo una cosa, ¿Por qué? De nuevo el viento me traia tu pregunta. Y el rio me la contestaba con su murmullo acuático.
- No preguntes...ni siquiera me escuches...escucha el rio....
Nadie sabrá nunca jamás lo que nos dijo el río a tí y a mí. |