una pincelada para relajarse

Anoche fue una noche buena, aunque hoy no es navidad.
Fue delicioso sentir su lengua descubriendo mi piel. Aunque a esta altura ya queda poco por descubrir, los caminos ya están sensualmente trazados y transitados. Sin embargo, eso es bueno, ya sabe bien dónde detenerse y donde torturarme hasta arquearme de placer.
El después también fue suave. El calor de la noche, sentir el sudor evaporándose mientras el corazón se aquieta, su barba en mi pecho, su mano acariciando el surco que se forma entre mis piernas y el pubis, la respiración haciéndose lenta, la música volviendo desde el silencio, mi mano caminando por sus vértebras, los ruidos de la calle, un auto pasando e iluminando brevemente la habitación para vernos en un parpadeo cruzados en diagonal sobre el colchón, el sopor de los ojos que se duermen mientras la cabeza sigue volando de pensamiento en pensamiento, hilando palabras, saboreando este vértigo que me causan su cuerpo y sus besos.
Qué importa que hoy no sea navidad. Anoche fue una noche buena.


Enero 2003