Creí que eras la lluvia, y que tu beso limpiaría mis heridas
Creí que eras el viento, y que tu voz encendería mi alma
Creí que eras la niebla, y que en tu abrazo habría un refugio
Pero la lluvia fue estéril, e impotente se extinguió contra la roca seca
Pero el viento fue silencio, y como brisa se estrelló contra los muros
Pero la niebla fue un espectro, que sin dejar rastro se deshizo en la noche
Y no pudiste ser sino esto, la arena sin descanso escurriendo entre los dedos
Un llamado que en la noche inquietó nuestro descanso
Pero no nos despertó
Pero no nos remeció
Hasta convertirse en un susurro apagado, y extinguirse en las aguas muertas
Contemplo al tiempo, mi némesis perpetuo,
Y quisiera saber si el culpable es él, o sólo nosotros
Con el temor
Con la apatía
Con un fuego demasiado débil para encontrar el sendero
Fuimos sólo fantasmas, sombras tenues que danzaron en el borde de un sueño inquieto
Una promesa sin cumplir que convirtió la esperanza en desengaño
El recuerdo de un presente que no existe y un futuro que nunca será
Brindo por el camino que no quisimos recorrer,
mientras mi boca se llena del sabor de tus labios no probados
Celebro el destino que nunca alcanzamos,
mientras mis manos sienten el roce suave de tu piel sólo intuida
Recuerda a aquel que he sido, olvida a aquel que soy, perdona al que seré
Quizá algún día las aguas del tiempo cambien su curso,
y por un instante nuestras miradas se encuentren
Entonces, tal vez entonces, muy tarde, tan tarde como para que ya no importe,
entenderás a aquel que hoy fui,
y extrañarás la mano del que pude ser
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