En esta oportunidad no realizo un artículo para la página web, sino que, pretendo llamar la atención acerca de una carta enviada por Johanna madre del famoso filósofo Arthur Shopenhauer. Es necesario situarnos en las circunstancias que rodearon la comunicación de la angustiada madre, para asimilar satisfactoriamente su contenido.
La madre de Arthur Shopenhauer provenía de una familia humilde, sin embargo, contaba con una carácter vivaz e imaginativo, era una mujer bella e inteligente, en su familia los Troisener se alegraron mucho cuando el acaudalado Heinrich Shopenhauer de treinta y ocho (38) años de edad, comenzó a cortejar a Johanna de diecisiete años (17), todo parecía salido de un cuento de hadas, un exitoso comerciante pretendía a una joven cándida, bella y cargada de ganas de vivir.
La celebración de la boda fue un acontecimiento que no se hizo esperar, producto del enlace nacieron dos (2) hijos Arthur y Adele, sin embargo, Heinrich era un hombre estricto y cargado de una seriedad inflexible, así el matrimonio que al inicio parecía una bendición celestial, fue la condena más brutal para Johanna, tal como después ella lo confesaría: “…La pompa el rango y los títulos ejercen excesiva seducción sobre el corazón de una joven, y la tienden a aceptar el yugo del matrimonio… paso en falso que le habrá de acarrear el más severo de los castigos por el resto de su vida.”
Al regreso de un viaje Arthur aún adolescente, había prometido a su padre convertirse en aprendiz de un reputado hombre de negocios de Hamburgo, el senador Jenish, aprendizaje que dio inicio sin abandonar nunca su inclinación al estudio de la filosofía, pero de manera privada, sin el consentimiento ni conocimiento de su autoritario padre.
A los pocos meses de iniciada su carrera como aprendiz de comerciante, su padre a la edad de 65 años, enfermo y deprimido optó por suicidarse, se arrojó a las heladas aguas invernales del canal de Hamburgo, para quitarse la vida.
La catástrofe del suicidio del padre instaló en Arthur un sentimiento de culpabilidad. El joven se debatía entre cumplir la promesa conferida a su severo y amado padre o seguir su vocación en el estudio de la filosofía, estudios que durante su vida de aprendiz emprendía en una suerte de doble vida, en medio de estas circunstancia su madre le escribe la carta que llamó poderosamente mi atención, esta carta se erigió en un cruce de caminos en la vida de una de las mentes brillantes que ha producido la humanidad, en sus líneas la madre aconseja con ternura y claridad a su hijo inexperto, de la manera siguiente:
“Querido Arthur:
El tono serio y serio de tu carta del 28 de marzo, que fluyó desde tu mente hacia la mía, me hizo despertar y darme cuenta de que ¡podrías ir en camino a perder por completo tu vocación! Por eso es que tengo que hacer todo lo humanamente posible por salvarte; sé lo que es llevar una vida que repele a la propia alma; y de ser posible te ahorraré, querido hijo semejante desgracia. Ay, amado Arthur, porque mi parecer tuvo tan poco peso; lo que deseas ahora fue entonces, de hecho mi deseo más preciado; cuanto luche para que se te concertara, pese a lo que dijeron en mi contra…si no quieres terminar en la honorable orden filistea, yo, querido Arthur, sinceramente no quiero interponer ningún obstáculo en tu camino: nadie más que tu debe buscar su propio norte y elegirlo. Entonces yo te aconsejaré y te ayudaré, donde y como pueda. Primero, trata de hacer las paces contigo mismo…recuerda que debes elegir una carrera que te prometa un buen pasar, no sólo porque es la única manera de poder vivir, ya que nunca serás tan rico como para poder subsistir exclusivamente de tu herencia. Si ya has tomado la decisión, dímelo, pero tienes que tomarla solo…Si tienes la fortaleza y coraje para hacerlo, con gusto te daré mi mano. Pero no creas que la vida del erudito es demasiado atractiva. Eso lo percibo yo a mi alrededor, Arthur es una vida fatigosa, problemática y llena de trabajo; sólo el placer de hacerlo le da su encanto. Uno no se hace rico con esa vida; como escritor, uno adquiere con gran dificultad lo que necesita para sobrevivir…para ganarte la vida como escritor, tienes que poder producir algo excelente. Ahora, más que nunca se necesitan mentes brillantes. Arthur, piénsalo con calma y elige, pero luego mantente firme; que nunca te falle la perseverancia, y alcanzaras tu objetivo con tranquilidad. Elige lo que desees…pero con lagrimas en los ojos te imploro no te engañes a ti mismo trátate con seriedad y honestidad el bienestar de tu vida está en juego, así como la felicidad de tu vejez; porque sólo tu y Adele pueden, con suerte compensar mi juventud perdida. No podría soportar saber que eres desdichado, en especial si tuviera que culparme a mi misma por haber dejado que te ocurriera ese infortunio por mi excesiva docilidad. Ya ves, querido Arthur, que te amo con toda mi alma, y quiero ayudarte en todo. Retribúyeme con la confianza en ti mismo y, una vez que te decidas, sigue mi consejo de cumplir tu elección (…)
Arthur después de recibir está carta se desembarazó de su trayectoria como aprendiz de comerciante, se dedicó al estudio de la filosofía, sus trabajos como estudiante resultaban sorprendentes, sus teorías innovadoras y desafiantes no fueron comprendidas por sus contemporáneos y alcanzó la fama cuando ya contaba con setenta años de edad, sus obras son hoy objeto de estudio en todas las cátedras de filosofía y su libro capital El Mundo como Voluntad y Representación, es uno de los pilares de la filosofía contemporánea.
Aunque la personalidad del excéntrico filósofo se caracterizó por ser huraña, vivía sólo con un perro, su influencia fue determinante en el pesimismo contemporáneo de los existencialistas de la primera parte del siglo XX (Jean Paul Sártre), sin duda Shopenhauer es el primer gran filósofo contemporáneo, él desarticulo la representación del mundo como un proceso lógico dialéctico y descifró la voluntad, los motivos y los deseos de los seres humanos.
La Carta como los datos biográficos fueron tomados de la novela Un año con Shopenhauer, de Irvin Yalom. Emece Editores, S.A. Buenos Aires Argentina 2005.
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