Siempre fue el más distraído e incauto de los niños de la familia, era el menor y a la vez el más ingenuo de todos. Parece que no entendía los juegos o bien no le representaban interés, ya que nunca correteaba como sus hermanos y primos. Yo por mi parte, siendo el mayor de los “niños” de la familia, siempre le tuve un sentimiento especial , muy diferente al sentido hacia cualquier persona. Mi primito, que era un poco diferente, como contaba, leía incesantemente y con atención los libros de magia del abuelo, como si realmente entendiera los símbolos dibujados y las fórmulas descritas. Por nuestra parte sólo lo mirábamos y reíamos, “nada malo podría hacer” sugeríamos. Más de una vez le escuchamos hablar de “aquél día”, que aquél día llegaría, que le faltaba un par de signos por descifrar.
Y fue así, en una oportunidad, luego de estar 7 días días alejado de nosotros, meditando o haciendo quizás qué cosa y justamente en un día en que el abuelo eligió que lloviera, el pequeño se nos acercó con una risa silenciosa. Así que Dios, llamado así al igual que el Abuelo, (en su honor) exclamó: “volteen sus cabezas”, “he aquí un nuevo mundo y con vida propia”...era increíble!!, no tengo para que contarles lo que vimos, los comentarios se sucedían, mi tío estaba orgulloso de su hijo y casi llorando lo abrazaba, el abuelo por su parte sólo se rascaba la cabeza, no quería pegarle ni retarlo en público.
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