Birmania es un país muy lejano. Para concluir vaciando nuestras heces en ese país es necesario desearlo lo suficiente como para tomarse un avión caro y volar hasta allá.
Birmania tiene estatuas que “dan calambre”. Esbeltas y arrogantes, se erigen como el erizo.
Estatuas doradas, contrastan con el cielo azul.... y que paz,... que paz.
Ay! Señores... querrán conocer Birmania, lo desearan y se harán Birmaniomenos, Birmaniofagos, Birmaniofilos, y lo mejor: Budas de Birmania. Visítenla, visítenla... visiten mi Birmania... les gustara, los seducirá con su boca jugosa y sensual.
Por doquier: estatuas magnánimas, efigies imponentes y ustedes caminando junto a ellas, adorándolas, hipnotizados, observando sus contornos y los contrastes con el cielo azul y sus bellos atributos. Ustedes, alucinados, mirándolas y no pudiéndolas dejar de mirar, por que les fascinan lo que representan: la Eterna Vacuidad.
El “vacío” extendido por todos lados, como amasado con un palo de amasar y luego extendido en laminas sobre toda la existencia. Y estas estatuas lo representan y ustedes no pueden dejar de mirarlas por que les succionan toda la atención y toda la voluntad,... todo el ser.
Las estatuas alucinan a la gente, las paralizan, las bloquean en un estado alfa superior, son doradas y se erigen hacia el cielo azul y con sus destellos atrapan, cuelgan las mentes y las hacen adictas.
En Birmania encontraran estas estatuas por todos lados.
¿Vienen conmigo a Birmania? |