Aquí estoy en mi banca favorita de la plaza de mi barrio esperando a mi amiga, la llamé hace un par de horas atrás para reunirnos en este lugar. Dentro de 10 minutos ella debería estar aquí. Enciendo un cigarrillo, boto una bocanada de humo y algo en el cielo llama mi atención. Una estrella se mueve de un lado a otro, no deberían verse estrellas en este horario ¡Es de día! Un perro callejero pasa por delante de mí y a continuación veo como la sombra del can se levanta de la tierra como formando otro animal hecho de sombra. ¿Qué estoy fumando? Miro extrañado el cigarrillo, pero si… es solo tabaco. Han pasado ya 5 minutos y no ha llegado a quien espero. Trato de relajarme pero algo me inquieta. Está comenzando a anochecer ¿pero cómo? Son las 4:15 de la tarde…no debería suceder eso. El sol se esconde, sale otra vez y se vuelve a esconder. Pasa el tiempo como si los días fueran segundos, amanece y oscurece en un abrir y cerrar de ojos. El tiempo se ha detenido y unas nubes negras cubren el cielo. De entre esas horribles nubes se cuela un rayo de sol y me llega de lleno. Es cómico, es como en las películas todo está oscuro y yo soy el único iluminado por un débil rayo solar. Ha transcurrido ya el tiempo de espera, han pasado 10 minutos. Ella es impuntual pero creo que me ha dejado plantado. Por las dudas seguiré esperándola. El tiempo aun no retoma su curso. Ese perro de la calle otra vez está aquí conmigo mee mira desde donde está, a unos 5 pasos de aquí, me ladra como asustado y sale corriendo como si yo fuera el mismísimo demonio en persona.
15 minutos han corrido. Creo que no llegará y yo que tenía tantas ganas de verla y tantas cosas que contarle…tal vez tenía otras cosas más importantes que hacer.
No me gusta esperar, no me gusta la gente impuntual, pero seguiré esperando un poco más. El tiempo sigue estático. Frente a mi ha llegado una pareja que ha comenzado a bailar una especie de vals. La música suena como si proviniera del cielo, como si en el cielo hubieran grandes parlantes sonando. La melodía es relajante y la pareja no para de bailar, están suspendidos en el aire y si creyera en fantasmas diría que estoy frente a una aparición. Me hace sentir muy bien verlos bailar… me relajo y disfruto del grato espectáculo. En eso, una imagen perturbadora, me estoy viendo a mi mismo caminando hacia la pareja, es real, es otro yo caminando hacia los bailarines. Mi idéntico se acerca a la pareja, los toca y estos desaparecen, entonces mi otro yo me dirige una mirada y sigue caminando hasta que lo pierdo de vista. Saco un dulce de menta de mi bolsillo y este se me escapa de las manos y sale arrancándose de mí y con él se va mi esperanza de hacer un poco más agradable mi espera. Mi reloj me indica que he esperado ya media hora, pero el tiempo sigue detenido. Ya cansado de esperar y decidido a dar media vuelta e irme a casa, quedo petrificado con el desolador paisaje que tengo en frente de mí.
El cielo está cubierto de humo, los edificios están convertidos en escombros y el suelo se encuentra tapizado con muertos que parecen haber sido víctimas de una horrible enfermedad. A mis pies hay un montón de cuerpos sin vida que parecen estar en un avanzado periodo de descomposición. Desde el cielo caen bolas de fuego y arriba de mi cabeza se escuchan los fuertes estruendos de unos relámpagos de fuego. El aire me quema la piel y me seca por dentro. Unos vientos arremolinados chocan entre sí destruyendo a su paso lo poco que queda en pie. De entre los muertos comienzan a levantarse unos cuerpos sin vida como marionetas, animados por una mano invisible. Empiezan a comerse entre ellos y una lluvia de billetes y monedas cae desde el negro cielo. En la multitud de esos extraños seres hay uno que parece estar vivo, se ve como una persona y no parece estar preocupado de nada más que de tomar todas las monedas y los billetes que habían caído hace un poco tiempo atrás. Las monedas comienzan a saltar encima del hombre y le hacen algo muy doloroso por que este empieza a gritar, mientras los billetes dan vueltas alrededor de la escena dando la sensación de que fueran mariposas. La tierra comienza a abrirse tragándose todo a su paso, dejando al descubierto un mar de fuego y lava. Al fondo de ese abrumador paisaje se ve la figura de una bestia de ira avanzando hacia mí. Cierro los ojos y creo que este es el fin…
Abro los ojos y en ese preciso instante siento unas tibias manos de mujer abrazando mi cuello. Todo el horrible paisaje ha desaparecido, el tiempo ha retomado su curso y todo está como se veía antes. Es mi amiga… me doy vuelta para mirarla y es como un cambio del infierno al cielo después de haber visto lo que vi. Mi amiga me toma cariñosamente de la mano y me dice “¿vamos?”, me suelta la mano y su pregunta queda suspendida en el espacio. Vuelve a tomarme la mano, pero esta vez su mano esta helada, demasiado helada. Comienza a apretarme con mucha fuerza, dirijo mi mirada a sus ojos y con sorpresa levanto la vista... estoy cara a cara con el horrible rostro de la muerte. No era ella a quien estaba esperando. La muerte se acerca a mi oído y con un susurro agónico me pregunta… ¿vamos?
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