Mírate,
el espejo te descubre
el cadáver de un deseo,
infinita imagen de un rostro
prematuramente desahuciado,
de viviente disfrazado.

Fíjate,
las huellas de tu desnudez son ahora
manchas de piel que se vuelve ceniza,
tumbas de debilidad y destrucción
construidas sobre arenas movedizas.

Muéstrate y dime
cuál es el verdadero poder de la negación.

Cosidos los labios
para no poder pronunciar jamás
un siempre ni un después,
atadas las manos
para sentir la firmeza de la tierra
bajo los pies.
Ahora sólo tú.

Búscate
entre los eternos reflejos de su sonrisa
y niégalos.
Es mejor permanecer en la orilla
que ahogarte en el mar
de tus mejores días.

Y recuerda, siempre recuerda
cuál es el verdadero poder de la negación.