En su honor Aire y demás
El sonoro ruido del despertador deja fuera de competencia a los suaves ronquidos de Nancy. Son las nueve de la mañana, de un sábado que intenta comenzar al tiempo en que Nancy intenta apagar el despertador. Ha creado una técnica maestra. Con una mano, la derecha, sujeta el cobertor y logra cubrir todo su cuerpo, mientas, con la izquierda, trata de encontrar el botón que dé fin a este insoportable ruido. El despertador y Nancy ya tiene una relación de años. cada año se hace mucho más fuerte y esto le conviene a Nancy. Después de un tiempo, el despertador sucumbe a las caricias alternadas que le brinda el dedo índice y resuelve por callarse de una buena vez. Sin embargo este no es el único obstáculo al cual debe enfrentarse Nancy, puesto que, por entre las persianas, logra filtrarse uno de los tantos y tantos rayos de sol. Este rayo es muy especial, es un atrevido, alguien que intenta sustituir al sonoro despertador y, así, cumplir con la tarea de despertar a Nancy. Pero no representa peligro para ella ni su cándido sueño. Todo lo contrario, el que termina sucumbiendo ante el enemigo, es el rayo, quien resuelve por acomodarse sobre alguna de las almohadas y descansar al lado Nancy. Nancy está inevitablemente dormida. Descansa y sueña con ser la princesa que es. Su cabello largo y oscuro se desenvuelve por la espalda, descansa en ella y encuentra un gran apoyo. Nancy da un gemido. Mmm. Qué bien se escucha. Es una linda forma de romper el hielo en esta mañana tan callada y fría. Su nariz respira y exhala, purifica el aire del entorno y de nuevo llena a las plantas de su bióxido de carbono. Es un suave y vital intercambio. x cantidad de oxígeno, por la misma de Bióxido. A todos les conviene. Ella opta por girar un poco y tornar sus ojos hacia la izquierda. Ha sido una noche fría, oscura y llena de mal tiempo; sin embargo en estos momentos ha salido el sol y ya les he contado del rayo atrevido que descansa a un lado. Este rayo quiere ser percibido por esos lindos ojos y por tal motivo, Nancy, opta por bajar unos cuantos centímetros el cobertor, los suficientes como para que sus ojos puedan percatarse del rayo y a la vez su nariz pueda respirar de esas dos Rosas que Rufino le deja junto al teléfono cada sábado. -Es un ritual que lleva demasiado tiempo, desde la primera mañana en que él escapó antes de que ella despertara. Desde la primera vez en que se congregaron y se convirtieron en simple masa unida.- Rufino, eres tan lindo. Ahora entre abre los ojos para cerciorarse de que allí, a un lado de ella, se encuentran esas flores, de que el detalle sabatino no ha faltado a su cita de hoy. Pero el sueño es demasiado y Nancy se desvanece de nuevo, se regocija en su imaginación. Las circunstancias se prestan a favor de la protagonista: las flores a un lado, el teléfono callado, el despertador mimado, la puerta entreabierta. Es este último detalle el que aprovecha Polet, la pequeña perrita San Bernardo, y entra corriendo a velocidad sin precedentes, luego trepar por las colchas y busca el rostro de Nancy. Polet, aguarda, no, ya, está bien. Es la respuesta que da Nancy a los lamidos de la pequeña cancerbera. Polet, al igual que todo lo que hay en la habitación- sin excluir a Rufino- tiene un código con Nancy. Pero este código es mucho más importe, es un código mental, transmisión de pensamientos. Ambas se acuestan, ponen sus cabezas pegadas y luego comienzan a soñar lo mismo. Un paseo en sueños, en fantasías. Imaginario. Pero en ocasiones suele ser tan real, que ambas terminan agotadas y Nancy, ahora sí, le da por despertar. luego se da un baño. |