Estábamos otra vez sobre la cama, para iniciar una reconciliación. Entonces pensé en las palabras del psicólogo; reí inquieta al recordar esa sesión, tratando de no hilvanar varias ideas a la vez. Me concentré en todo lo bello que habíamos pasado juntos, inspirando y exhalando lentamente; calma; dócil; enamorada; mientras el aroma de un sahumerio imbuía la habitación. Su mano descansaba sobre la mía en una ensoñación perfecta, junto a esa mirada suave de sus ojos claros. Hasta que otra vez vino a mi mente la voz del terapeuta: Cuando uno va a la cama con su pareja, no son sólo dos personas las que acceden, sino seis. Me volví a sonreír nerviosa; mientras los cuerpos de mis padres y mis suegros seguían dialogando a la par de ambos...

Ana Cecilia. ©