Cierto día un espectro me dijo: - Eres un ave-
... Y fui un ave: surqué los cielos de la vida, y el desespero junto al sol, vi brillar la luna en una nube de algodón, y me posé en las ramas turbias, para, con la bruma, ver el sol...
Al día siguiente el mismo espectro me dijo: - Eres el sol-
Y fui el sol; volé entre las olas del mar, y me perdí en su espuma. Brille con luz de fuego azul, con fulgor amarillo... con color, sin color... fui el sol.
Otro día, el mismo espectro me dijo: - Eres la luna-
Y fui la luna... en la noche oscura iluminé, y vi a mis compañeras de brillo en todo su esplendor. Vi tu sonrisa, vi tus ojos... y mi brillo desapareció... las nubes opacaron mi luz... el sol opacó mi luz... las estrellas opacaron mi luz... la bruma opacó mi luz...
Al día siguiente el espectro me dijo: - No estás solo-
Y no lo estuve... estuve con los astros, fui a correr sobre el mar, levité bajo la tierra y me asomé a los profundos misterios del abismo de la vida... Me asomé y vi, nuevamente, tu luz... Y estuve junto a ti. Y estoy junto a ti, y siempre lo estaré, rebotando en tu mente, y dando vueltas como un esclavo a tus pies...
Pero – Silencio – dijo el espectro - ¿Por qué tanta felicidad? Si en este mundo viven solo tú y tu soledad...
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