Ahí pasa un bicho zumbando,
Un feo abejorro mangangá
Que no es sino un bicho gordo y negro
Que pasa por el cielo.
Imaginemos a un Ruben Rada con alitas;
Podría ser un mangangá,
Un bicho negro gordo feo entre las flores,
Tocando tamboriles.
Si me escondo arriba de los árboles
En una plaza de Belgrano,
Y tomo pastillitas de colores
Verdes rojas y amarillas
¿Quién más está en problemas?
El problema es que soy un mangangólogo,
Puedo ver los mangangás más tristes esta noche,
Ver por ejemplo;
El cielo enmangangado,
Tiritan oscuritos, los bichejos a lo lejos.
Volverán los oscuros mangangás
Como explicar sino con palabras de este mundo
Que partió de mi un mangangá llevándome.
Me gustas cuando zumbas porque estás como ausente
Y mis antenas no te llegan y mis patas no te tocan
Parece que el enjambre se te hubiera volado,
Y parece que un queso se llenara de moscas.
Pero basta de poesía,
Amanece un sol frunciendo jetas,
Y apenas me lo banco
Hago morisquetas para aguantar un día rancio,
Si me vieras pensarías en los monos africanos,
Y algún boludo me tiraría piedras, seguro.
Shhh, silencio!
Ahí viene un mangangá.
Dos meses después,
Unas pendejas del colegio Santagárgara
Están sentadas en un banco de la plaza,
Se miden las tetas y toman mate amargo
Y se cagan de risa de la gente
( como yo)
Como si esos granos gigantescos
Como malvaviscos
Llenos de pus y mayonesa
Les diera algún derecho.
Hay un coso redondo también,
Pero no sé como se llama.
Me parece que nada es demasiado agradable,
Como para seguir mencionándotelo,
Así que no tiene sentido que te cuente
Lo de la alfombra y el murciélago,
Ni tampoco el episodio del turbante.
Mejor andá por la sombra,
y cuidate mucho negrita,
que el sol está que pela.
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