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CUENTOS DE KHALIL
Por Gerardo Cardona Velasco



PRÓLOGO


Gibrán Khalil Gibrán
llegó a mis manos inicialmente a través de tres maravillosos libros:

El Profeta,
El Loco
Y
El Vagabundo

La filosofía y la poesía de estos bellos textos
marcaron toda una época de mi vida.
Fruto de esta experiencia espiritual
son estas modestas narraciones
que deseo sólo dejar consignadas
como parte de mi propia existencia.


El Autor

Bogotá, abril 12 de 2002




ÍNDICE


1- El mendigo y el caballero
2- Los cinco sentidos y la muchacha
3- El poeta anciano
4- Amor verdadero
5- El hombre y la mujer complaciente
6- El viejo y el mar
7- Los dones
8- El sol y las siete lunas
9- Los vendedores
10- El pasado y el futuro
11- Un nuevo poeta
12- Los amores
13- El poeta y la mujer amada
14- La jaula y el pajarillo
15- El hombre que construía países
16- Miradas de amor
17- Los caracoles
18- La máscara robada



EL MENDIGO Y EL CABALLERO
Septiembre 8 de 1987


Cierta vez un mendigo que llevaba muchos días de camino, hambriento y cansado, se acercó a una pequeña choza que vio en el camino. Una pareja que allí vivía le recibió y compasiva le invitó a pasar. La mujer fue a la cocina, reunió las sobras del día y se las ofreció al hombre, quien sin vacilar comió agradecido.

Antes de partir y tras haber descansado un poco, el mendigo buscó en su raída bolsa una pequeña moneda de plata que, con brillo en los ojos y alegría en el corazón, a la pareja obsequió y luego marchó.

Esa noche, la pareja cenó como de costumbre y se les vio alegres. En su interior estaban satisfechos de su caridad para con el indigente.

Días después, un caballero bien ataviado que por allí pasaba, se detuvo, y la pareja de la choza le hizo amablemente seguir. La mujer fue a la cocina, buscó su mejor plato y sirvió las mejores viandas para ofrecer al noble hombre, quien gustoso las comió.

El caballero no descansó mucho y, antes de partir, de una gran bolsa de monedas de oro, sacó una en pago, y agradecido se marchó.

Aquella noche, la pareja tuvo que buscar sobras para comer; pero se sentían felices en su corazón por haber atendido a tan noble y distinguido viajero.




LOS CINCO SENTIDOS Y LA MUCHACHA
Octubre 11 de 1987


"En cada sentido están los otros... cinco"

Juan Ramón Jiménez.



Tarde en la noche, el oído escuchó una suave y dulce voz y, entonces, para sí mismo pensó: "Debe ser una mujer muy bella, de piel suave, de aromático perfume y labios frescos".

El olfato, que también estaba atento, percibió un aromático perfume de mujer y pensó para sí: "Ya lo creo, debe ser bella, de piel tersa, de voz suave y dulce y labios frescos y rojos".

El ojo, que había permanecido cerrado, se abrió y vio a la bella y joven mujer y pensó: "Debe tener piel suave y tersa, aromático perfume, una voz suave y dulce y sus labios frescos y tiernos".

Las manos, que ya se habían acercado, acariciaron la piel suave y tersa de la muchacha y, también, dijeron: "Debe ser muy bella, de aromático y fresco perfume, de voz dulce y arrulladora y de labios frescos y amorosos".

La boca, que ya besaba los labios finos y frescos de la muchacha, por último pensó: "En verdad que debe ser muy bella, de piel suave y acariciadora y de aromático y fragante perfume".

Y el hombre, así complacido y embriagado por las secretas confesiones de sus amables sentidos, amó con pasión e intensidad a la muchacha y después partió...

La mujer quedó sola y con un corazón desgarrado que ninguno conoció.




EL POETA ANCIANO
Noviembre 23 de 1987


"Poeta que declaras arrugas en tu frente,
tu noble verso sea más joven cada día;
que en tu árbol viejo suene el canto adolescente,
del ruiseñor eterno la dulce melodía"


Antonio Machado.



Un poeta muy conocido y afamado pero ya un poco anciano, con otro, joven y, de cierto, aún desconocido, se sentaron a charlar.

El viejo habló con elocuencia pero hubo tristeza en sus palabras. Le confesó al joven que a su edad ya no podía escribir más poemas y que su corazón se negaba a darle inspiración.

El joven, quien atento le había escuchado, con dulzura y admiración así al viejo habló:
Maestro, no te aflijas ya por tu falta de inspiración, pues, a mi ver, no la necesitas más; ya que ahora eres fuente de consejo y sabiduría, y a tus poemas vamos todos en busca de belleza, verdad y ensoñación. Estos han sido y serán semilla para nuevos poemas y en ellos tu invisible mano por siempre se posará . De ese modo, en todos, querido Maestro, seguirás viviendo tú.

El viejo agradeció las palabras del joven y con naciente alegría marchó hacia la montaña con una flor en el corazón.




AMOR VERDADERO
Enero 20 de 1992




Cierto día una mujer ya madura pero soltera, se acercó a un joven vecino de su casa y así le habló:
Me entristece mucho ver la melancolía que hay en tus ojos y, a pesar de que nunca me lo has confesado, sé que crees estar de mí enamorado.
El muchacho, tímido, se sonrojó y no dijo nada. La mujer volvió a decir:
Entre tú y yo hay mares de distancia. Eres aún muy joven y lo que tú sientes por mí no es verdadero amor. Ya llegará el tiempo en que seas un hombre y, acaso, comprendas lo que ahora te estoy diciendo.
La mujer le tomó suavemente de las manos y las apretó contra su pecho. Y, tras un profundo suspiro, lentamente se marchó.

Más tarde, cuando la mujer estuvo en su casa pensó en lo que había dicho al muchacho; de inmediato, un hondo pesar le brotó en el alma, al recordar que siendo aún niña, ella, a su vez, también creyó estar enamorada de un hombre mayor, quien la rechazó diciéndole:

Linda niña, eres bella, muy bella, y que más quisiera mi corazón que creer en el amor que tus dulces ojos delatan; pero entre tú y yo hay océanos de distancia y lo que tú sientes por mí no es verdadero amor. En unos años, cuando seas mayorcita, lo comprenderás y quizá puedas perdonarme.

Y el hombre, luego de besar con ternura las finas manos de la jovencita, marchó por un camino largo y polvoriento por el que nunca más regresaría...




EL HOMBRE Y LA MUJER COMPLACIENTE
Enero 21 de 1992



Un día una mujer le dijo al hombre que amaba:
Pídeme lo que desees y yo te complaceré. Mi cuerpo y mi corazón te pertenecen y hasta serían esclavos de tus designios, si así lo quisieras.

Y el hombre, mirando a la mujer, le contestó:
Deseo que seas libre y que en el ejercicio y dominio de tu libertad, bien me ames, y que sólo sea y únicamente me des lo que por voluntad propia quieras y puedas brindarme.

La mujer, una vez escuchó a su amado, se marchó triste y apesadumbrada por no poder complacer a tan ingrato y extraño hombre.




EL CIEGO Y EL MAR
Enero 21 de 1992




Un hombre que era ciego, a otro que no lo era, un día preguntó:
Tú, que mucho has viajado y mucho has conocido, ¿cuéntame cómo es el mar?
EL viajero, amablemente y con una extensa explicación llena de anécdotas y cuentos maravillosos, le habló al ciego largamente del mar. Mas, cuando hubo terminado, con tristeza y respeto, al ciego preguntó:
Señor, ¿qué se siente no ver ni conocer las cosas del mundo, ni conocer las personas, ni todo cuanto a su alrededor gira?
Y el ciego, sin sombra alguna de amargura, contestó:
Ya no me preocupa tanto no ver ni la gente ni el mundo que me rodean, porque he aprendido a leer en el corazón y en las palabras de los hombres. Y gracias a ti, buen hombre, hoy conozco el mar, y tus palabras han brotado de tu corazón y sé que con ellas has hablado con la verdad.




LOS DONES
Enero 21 de 1992


"Sí, poeta: el amor y el dolor son tu reino"

Vicente Aleixandre.



Cierto día un poeta, el más alabado y más leído, el más querido y el más cantado, al oráculo de las musas fue a pedir que le fuera cegado ese don, pues, luego de mucho pensar y analizar lo que había escrito, había comprendido que nada de lo dicho era verdad, y que muchas de esas cosas escritas no eran más que simple imaginación; que se había engañado a sí mismo y, peor aún, a todos a quienes le conocían y sabían de él.

Tras un largo y profundo silencio una voz grave le habló:
Poeta, querido poeta, no estés triste ni desdigas de tus dones, pues, aunque tú no lo comprendas, éstos habitan en ti y tú eres su mentor. Quizás, como dices, muchas cosas de las que escribes no pasen por tu razón; pero, de seguro sí, por tu noble corazón, y éste no sabe razonar. Tan sólo es sensible a las cosas que a su alrededor pasan y, sin que tú lo adviertas, él las toma para sí y, luego, las transforma en bella inspiración, para que tú las puedas cantar por él. Y ahora anda y no reniegues más noble poeta; que, a su turno, ha llegado el artista quien ya no quiere pintar más...




EL SOL Y LAS SIETE LUNAS
Enero 22 de 1992



"Hizo Dios dos grandes lumbreras:
la lumbrera mayor, para que
presidiera el día; y la lumbrera
menor, para presidir a la noche:
y hizo las estrellas...
Y vio Dios que la cosa era buena"


GÉNESIS I,16.



Eran las seis de la tarde del último domingo de un verano cálido y resplandeciente, cuando el sol como era habitual se fue ocultando no sin antes pintar en el horizonte el más bello atardecer que la memoria de los hombres recordara. Los gigantescos arreboles permanecieron hasta bien entrada la noche, dejando en el firmamento una estela majestuosa y multicolor. En tanto, la pálida y silente noche, despreocupada y tranquila, cubría ya, con su majestuoso manto, los callados sueños del mundo.

Todo era normal y la noche había sido fresca y clara. Sin embargo, al amanecer, los gallos como siempre se despertaron a cantar; pero, se sorprendieron al ver que aún era de noche y se dijeron para sí: "Hubiéramos jurado que ya había amanecido". A pesar de ello, y sin pensarlo más, volvieron a sus propios aposentos. Igual sucedió con personas, animales y plantas que al notar que no había amanecido, sin mayor extrañeza, regresaron a dormir.

Pasaron dos días más sin que el sol apareciera y todos comenzaron a impacientarse. La alarma cundió a lo largo y ancho de la tierra y nadie podía creer lo que sucedía. Se encendieron velas, antorchas, y todo cuanto pudiera dar luz y calor artificial. Hubo reuniones y se congregaron expertos. Astrónomos y científicos analizaron el fenómeno y ninguno pudo descifrar el extraño enigma de lo que sucedía con el sol.

Los más entendidos hablaron de eclipse total de sol y hasta llegaron a creer en la llegada de un hueco negro. Las personas del común explicaron el asunto como un castigo divino o como una obra del mismísimo demonio. Los niños, menos expertos pero naturales, pensaron que el sol se había fundido o que, en últimas, se había quedado dormidito. Curiosamente, plantas y animales, en perfecta armonía con la naturaleza, estaban tranquilos y parecían entender el asunto.

La noche llamó a las estrellas y junto con la luna, más clara y más grande que nunca, aunaron esfuerzos e iluminaron el oscuro firmamento.

Transcurrieron cinco días más con sus respectivas e interminables noches. La fría oscuridad y la angustia de pensar que el fin del mundo había llegado, dominaban ya a los desconcertados habitantes del planeta.

Pasadas, entonces, siete largas noches, de pronto en el horizonte se empezó a vislumbrar una hermosa y radiante alborada. El Sol había regresado y, antes de resplandecer en toda su fulgurante magnitud, saludó a sus hermanas: la luna y las estrellas, y les agradeció lo que habían hecho a su favor. Éstas, cansadas por el esfuerzo de los últimos días, se excusaron con el sol y le pidieron licencia para dormir, siquiera, unos dos días. El sol les concedió el permiso, y durante dos días, sin noches, éste brilló constante y feliz. El mundo, regocijado, bailó y cantó sin parar. Y todos saludaron al sol como si nunca antes le hubieran conocido.

Desde aquel día se dedicó una fecha especial para cantarle al sol y para agradecerle su luz, sus rayos y su calor. De la misma manera, se dejó un día para la luna, otro para las estrellas, otro para el agua, y así, sucesivamente, un día para cada cosa del universo que la gente pudiera haber olvidado o que hasta ese momento hubiera pasado por alto.

Al final, todo volvió a la normalidad. Pero el mundo nunca olvidó aquel suceso, y cada día se admiraba más y más , de las maravillas y bondades del vasto universo creado por Dios.




LOS VENDEDORES
Enero 23 de 1992



A un pueblo llegaron dos vendedores provenientes de distintos lugares. El primero, joven, vendía felicidad. El segundo, anciano, vendía tristeza.

Hombres y mujeres del pueblo acudieron curiosos a probar el mágico elixir que cada vendedor venía a ofrecer.

Con el tiempo, todos en el pueblo habían aprendido a llorar o a reír, y en la medida que se cansaban de estar tristes o alegres, visitaban a uno u otro vendedor para comprarle su pócima milagrosa y así disfrutar del hecho de poder manejar a voluntad su propio estado de ánimo.

Un día, en una pequeña taberna, se encontraron los dos vendedores quienes aún no se conocían y se pusieron a conversar. Cada uno habló de lo rentable y bueno de su negocio y de las bondades innegables del elixir que vendía.

Al tiempo que hablaban empezaron a beber y al cabo de unas horas estuvieron ebrios los dos. Y se dio el caso que al salir de la taberna, trocaron las bolsas en las que llevaban el brebaje y, puesto que eran iguales, ninguno lo notó.

Pasaron los días y cada uno continuó ofreciendo, ya alegría o ya melancolía, y las gentes del pueblo nunca lo supieron.




EL PASADO Y EL FUTURO
Junio 28 de 1992




Dos hombres desconocidos que cruzaban por el camino, se detuvieron y se pusieron a conversar.
-¿De dónde vienes, buen hombre? -dijo el primero.
-Del pasado -contestó el segundo que venía del sur. ¿Y tú?
-Del futuro -respondió el hombre que venía del norte-. ¿Y ahora para dónde vas? -volvió éste con entusiasmo a preguntar.
-Hacia el futuro. El pasado ha sido demasiado triste y amargo, y busco ahora el porvenir y la esperanza.
-Me inquieta tu respuesta, amigo mío; pues, yo, que vengo del futuro, te digo que no he encontrado tal porvenir, y es por ello que me vuelvo al pasado a rehacer el camino de mi esperanza.

Tras este corto diálogo los hombres se despidieron con cortesía y, a pesar de la incertidumbre que quedó sembrada en el alma de cada uno de ellos, siguieron su camino.

Una piedra que había escuchado la enigmática conversación pensó:
"Pobres hombres que se pasan la vida de acá para allá y de allá para acá, entre un sueño y una pesadilla, entre el mañana y el ayer; cuando sólo en el aquí, en el ahora, en el presente, es dónde pueden edificar su futuro sin perder de vista si aún así lo quisieren su pasado".




UN NUEVO POETA
Junio 29 de 1992




Un poeta joven y aún desconocido buscó un día a un anciano pero reconocido y amado poeta, y así le habló:
Maestro, quiero que leas estos pequeños poemas que he acabado de escribir. Tus palabras me señalarán si estoy cerca o distante de seguir tus sabios pasos.
El anciano poeta tomó los poemas y prometió al joven leerlos y hacerle sus respectivos comentarios. Sin embargo, no sólo los leyó para sí, sino que al siguiente día los leyó en la plaza pública para todas las gentes del pueblo, quienes le saludaron por su renovado vigor y por la belleza y la fuerza de sus nuevos poemas.
El joven que por casualidad pasaba por la plaza sobrecogido también le escuchó, y esperó a ser el último en acercarse para hablarle y, entonces, le dijo:
Maestro, qué noble y qué gentil has sido al cantar mis poemas aún a costa de hacerlos tuyos. Gracias a ti, buen señor, hoy sé que mis poemas son bellos y que tienen una fuerza y un sentimiento hasta ahora para mí desconocidos.
El viejo se sintió visiblemente apenado y se disculpó de corazón con el joven por lo que le había hecho.
Éste, sin ningún rencor, le dijo:
No te apenes, maestro. A nadie diré que estos poemas son míos. Será un secreto entre los dos. Y ahora me marcho, que tengo mucho trabajo por hacer y muchos caminos que recorrer.

Tras esto, y con un abrazo, se despidieron los dos y nunca más se volvieron a encontrar.




LOS AMORES
Agosto 19 de 1992




Después de unos años de ausencia un hombre volvió a la casa de su amada y así le habló:
He vuelto, amor, y ahora sé que en verdad te amo. He olvidado todos mis viejos amores y no existe en mí duda alguna de que eres tú, el único y el verdadero.
Y la mujer le contestó:
Mucho tiempo esperó mi corazón oírte decir esto. Pero, ahora, ¿cuánto tiempo más pasará antes que me vuelvas a decir que has olvidado también tus amores del futuro...?




EL POETA Y LA MUJER AMADA
Diciembre 28 de 1992

A N.E.C.J




Cierto día un poeta fue en busca de la mujer que amaba y le llevó el último poema que acaba de escribir. La mujer lo leyó y luego le dijo:
Me gustaban mucho más los poemas que antes me escribías.
A lo cual el poeta contestó:
Tienes razón, mujer. Antes mis poemas eran el reflejo de lo que mis ojos veían al mirarte. Hoy no son más que la sombra de lo que tú sientes por mí.




LA JAULA Y EL PAJARILLO
Diciembre 29 de 1992




A un hombre le fue regalado un bello pajarillo de plumaje azul. Y éste, en verdad, resultó ser un hermoso pajarillo que cantaba dulcemente.

El hombre, complacido, le compró una pequeña jaula dorada y el pajarillo no cesaba de cantar.

Pasado el tiempo, el hombre, a pesar de la alegría que le brindaba su cautivo acompañante, con tristeza se quedó un día mirándole y así le habló:
Pobre de ti, pequeño amigo, encerrado aquí en esta bella jaula. ¿Cuánto más hermoso cantarías si acaso fueras libre?. Además -repuso-, ¿quién soy yo para retenerte...?
Y, entonces, sin pensarlo más abrió la rejilla para dejar que el pajarillo pudiera salir.
Mas éste se negó a salir y, a cambio, dijo:
Escúchame, buen hombre, soy feliz de poder cantar para ti, pues aprecias mi canto y esto me hace especial. Si me marchara sería confundido con uno más de los tantos pajarillos de la naturaleza y, tal vez, para otros, no sería sino un simple pájaro de plumaje azul. Sin embargo, querido amigo -añadió con melancolía-, es mejor que cierres la jaula porque, a pesar de todo, algo hay dentro de mí que añora la libertad y tiene sed de volar.




EL HOMBRE QUE CONSTRUÍA PAÍSES
Diciembre 30 de 1992




Un día un gran grupo de personas se acercó a un hombre que construía países y esto le dijeron:
Señor, todos nosotros somos como hermanos y tenemos una misma raza y una misma religión, pero no tenemos un país propio que en verdad nos dé una identidad y en el que puedan seguir creciendo nuestros hijos. Queremos pedirte, de corazón, que nos construyas un país lleno de riquezas y con una naturaleza exuberante y generosa que nosotros sabremos preservar.
El hombre conmovido en su corazón les contestó:
Ya que esta es vuestra voluntad y en verdad queréis vivir como hermanos, respetándoos y siendo felices, os daré el país que tanto anheláis.
Y, señalando hacia el oriente, les dijo:
He allí vuestro país.
Las gentes asombradas miraron al punto señalado y no vieron más que un desierto. El hombre, comprendiendo el silencio y la extrañeza dibujada en los rostros desconcertados del pueblo congregado, les dijo:
No tenéis por qué desconsolaros. Cerrad los ojos e imaginad en vuestras mentes y en vuestros corazones el país que soñáis...

Después de lo que pareció ser una corta y mágica noche todos despertaron y esto escucharon:
El país que se abre ahora ante vuestros ojos no es más que el reflejo de vuestros sueños más queridos. Lo que antes era un desierto inhóspito será ahora vuestro suelo, el cual se extiende desde aquellas verdes colinas hasta aquel fértil valle tocado por el cristalino mar que brilla en el horizonte. Estos serán, a su vez, los límites naturales de vuestro país. Ahora, id y convivid en paz.


El grupo de hombres, mujeres y niños marchó feliz y alborozado, y pronto habitaron el país que se les había entregado para vivir.

Pero con el tiempo empezaron las discordias entre ellos. Los del norte, quienes administraban las riquezas petroleras y las minas de oro, níquel y carbón, se negaban a repartir sus ganancias con los del sur, que trabajan la despensa agrícola y ganadera, la cual, a su turno, no querían compartir con los hermanos del norte. Esto inició una dura guerra fratricida entre los habitantes del pueblo que veían cómo, sin saber qué hacer, se desangraba el pueblo que tanto habían anhelado tener.
Luego de una dificultosa negociación de paz los dirigentes del pueblo volvieron a visitar al hombre que les había construido su país, y así se expresaron:
Buen y sabio señor, nos has dado un bello y hermoso país, y te estamos infinitamente agradecidos por ello; pero tememos que no has sido del todo justo, puesto que no has repartido equitativamente las riquezas, y esto ha ocasionado que peleemos entre nosotros.
Tras un sobrecogedor silencio el hombre les habló:
Hombres y mujeres del país del Edén, os pido mil perdones por mi grave equivocación y por los males que ha causado mi descuido. Pero, cuando vinisteis a mí, me habíais asegurado que erais como hermanos y que teníais la misma sangre y la misma religión; y, yo, amados amigos, os creí porque desconocía el verdadero sentir de vuestros corazones, llenos de egoísmo y mezquindad. Temo, pues, hermanos, que no pueda complaceros esta vez, ya que ello implicaría dar a cada uno de vosotros un pequeño país con las más variadas necesidades y requerimientos. Y, aún, con todo, no faltaría el ruin que abordara a su semejante para adueñarse de su propiedad y su territorio.
Ahora, marchad y resolved de corazón y en paz vuestras diferencias y aprended a compartir sin avaricia lo poco o mucho que se os ha dado.

Luego de esto, los comisionados del pueblo bajaron entristecidos en sus corazones por no conseguir que se les diera un nuevo y mejor país para todos.




MIRADAS DE AMOR
Diciembre 30 de 1992

A R.M.V.C.




El hombre se quedó fijamente mirando a la mujer de sus sueños y entre susurros le dijo:

No sé si ya sepas leer mis ojos; pero, durante horas no he hecho otra cosa distinta que besarte cada vez que te miro.

A lo cual, la mujer con rubor y aliento contenido contestó:
Sí, claro está. ¿O, acaso, no te has dado cuenta de que a cada beso que me dabas, yo, temblando, me quedaba...?




LOS CARACOLES
Enero 3 de 1993




Dos caracoles que caminaban por la playa se encontraron y, como no se conocían, así se presentaron. Dijo el que parecía ser el mayor de ellos:
Mi caracol trae sonidos de mares que tú desconoces, y su eco es la voz de cientos de náufragos perdidos llorando en busca de auxilio.
El más joven replicó:
Mi caracol, en cambio, es la voz misteriosa y seductora de miles de sirenas cantándole al amor, y llamando a sus amantes: marinos soñadores que en su búsqueda habrán de naufragar.

Luego se despidieron y cada uno siguió su camino, bordeando la playa, y escuchando los cantos dormidos de su corazón.




LA MÁSCARA ROBADA
Abril 1 de 1993



“Vuestra alegría es vuestra tristeza sin máscara”.

Khalil Gibran.



Un hombre lloraba desconsolado porque le habían robado su máscara de la alegría y porque temía, a partir de entonces, nunca más volver a reír.

Alguien que le miraba y conocía de su infausta suerte pensó: "Bendito sea el ladrón que despojó a este hombre de una mentira tan grande".

Otro que había oído relatar la historia dijo: "¿Dónde habrá ido a vender la máscara el ladrón? ¿Cuánto pedirá por ella? Pagaría lo que fuera por un poco de felicidad".

Otra persona que también supo del suceso dijo a un amigo: "Qué tonto fue este hombre. Lo tiene merecido por no ser cuidadoso. Fíjate que yo no me la quito ni para dormir".

Por último habló la máscara: “Pobres hombres que buscan proteger su alma de las miradas asesinas de sus vecinos, negándose -por lo tanto- a sentir la luz del sol sobre su rostro y el viento fresco de las mañanas. Yo existo para evitar que unos a otros se destruyan al ver en sus rostros la verdad que no soportarían conocer”.



Primera edición revisada y corregida por el Autor a los 12 días de mes de abril del año 2002.

Ediciones GerCardona S.A. Bogotá-Colombia

Texto agregado el 18-01-2006, y leído por 273 visitantes. (0 votos)


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