Capítulo 4 Civilizaciones

Una nueva era había comenzado. Las tres tribus ahora tenían que organizarse de acuerdo a lo que naturaleza había colocado a su alrededor. Con el paso del tiempo el número de espíritus aumento considerablemente, principalmente en la tribu agua. Sin embargo, las acciones de esa tribu nunca fueron aceptadas completamente por las demás. La tribu agua, dominaba los mares y muy pronto extendió sus territorios; en un principio solo habitaban en una isla llamada Sapau que significa Refugio, pero unos cuantos años después colonizaron otra isla a la que llamaron fortaleza del agua ó Soudaelel, ubicada al este de Refugio. Las pequeñas canoas se trasformaron en embarcaciones largas de hasta 16 remos con las cuales continuaron sus exploraciones. Más allá de Soudaelel encontraron la costa, en donde se establecieron y construyeron ahí un templo mas grande que cualquier otro de los que habían construidos en sus islas, ahí fundaron la ciudad de Aquatoal, es decir, la Puerta que conduce al mar. Después de algunos recorridos por su nuevo territorio, los hombres de la tribu agua descubrieron el desierto y se dieron cuenta de que si seguían avanzando solo encontrarían a las otras tribus por lo que desecharon sus ideas de expansión en esa dirección. Por supuesto que al enterarse de esto, los sacerdotes del culto a Soudahrlan, el señor del agua, enviaron algunos emisarios para ponerse en contacto con el resto de los espíritus que habitaban la tierra. De esta forma, por primera vez hubo contacto directo entre las tribus, formándose la gran alianza tribal. Esta alianza permitió el desarrollo y el intercambio tanto cultural como mercantil de las tribus, lo cual beneficio a todos. A pesar de eso, la tribu viento no terminó de aceptar la nueva forma de vida ni la sociedad que se imponía sobre las antiguas tradiciones.



La tribu viento siempre se mantuvo aislada, aunque apoyaba en forma discreta el comercio entre las tribus. Las montañas del este eran el único lugar donde habitaban los espíritus de esta tribu. Sus costumbres y organización resultaban desconocidas casi por completo, pero se sabía que al igual que las otras tribus, ellos tenían un sumo sacerdote que era el guía de la tribu y el representante de Neihktahrlan, el señor del viento. A demás, se sabía que ellos convivían con los últimos dragones que seguían con vida. Pasó mucho tiempo antes de que la tribu viento se decidiera a dejar su aislamiento.

En oasis, la tribu tierra vivía con austeridad y a pesar de saber que al sur corría un caudaloso río y que el suelo era fértil, ningún sumo sacerdote había aceptado la idea de emigrar, ni siquiera permitían que un pequeño grupo de hombres viajaran para recolectar y pescar en mejores lugares. Según el sumo sacerdote, era una decisión de bacuídahrlan, el señor de la tierra que ellos vivieran en tan precaria situación. Por muchos años tuvieron que sufrir hambre y sus consecuencias, por ejemplo, la muerte de niños o ancianos. Pero la situación habría de cambiar radicalmente cuando un hombre de la tribu fuese elegido para cumplir con un propósito, convertirse en el primer jefe tribal de los espíritus.