Sopesó los pros y los contras con la meticulosidad que le caracterizaba, valoró cada posible consecuencia intentando no dejar nada al azar. Analizó como llevarlo a cabo de tal manera que todo encajase a la perfección, quería que cada parte funcionase con una exactitud impecable, su minuciosidad era comparable a la de un relojero.
Tuvo éxito, a las 23:30 llegó a la casa, la puerta estaba cerrada, abrió con una llave maestra y fue hacia el cuarto. Estaba tumbado boca abajo, silbaba entre dientes sumido en un sueño profundo, tomó la jeringuilla y levantando la sábana, dejando su cuerpo desnudo al aire, le inyectó la droga. Sentado a los pies de la cama hizo una cuenta atrás en la medida de sus cálculos sobre los efectos del narcótico, al llegar al 2 el otro empezó a abrir los ojos, en el 1 la sorpresa de notarse atado en X le hizo despejarse de golpe y en el 0 comenzó a revolverse y a intentar gritar a pesar de la mordaza.
Una voz femenina se oyó escaleras abajo, en el vestíbulo; simulando la entonación dijo a la mujer que subiese a la habitación,ésta lo hizo y cuando entró sintió cerrarse la puerta detrás suya mientras algo frío y metálico se apoyaba en su nuca. La obligó a masturbar al hombre atado, cuando el pene se puso erecto le ordenó que se lo introdujese en la vagina y que cabalgase sobre él, amenazándola con la pistola hizo que lo pegase, arañase y mordiese hasta producirle varias heridas. Cuando el hombre eyaculó la obligó a ir hacia la puerta, le mandó que cogiese el pomo y cuando, como él había calculado, ella se disponía a huir le disparó a la cabeza. Se acercó a la cama e inyectó de nuevo al hombre, cuando hizo efecto la droga, lo desató, le puso la pistola en la mano e incorporándolo un poco y apuntando a la puerta disparó otra vez...
...Todas las piezas encajaron a la perfección durante el juicio, no quedaba ninguna duda y las pruebas forenses eran incuestionables. Cuando las expuso una a una con pelos y señales al jurado no le cupo la menor duda, el acusado era culpable del asesinato de su amante; después de haber hecho el amor ella debió de decir que lo abandonaba o cualquier otra cosa que lo hubiese sacado de quicio y en un arrebato la mató de un tiro.
Acabó su declaración y bajó del estrado, su mirada se cruzó con la del supuesto asesino pero éste estaba tan sumido en la desesperación que no reconoció los ojos del encapuchado que meses antes había entrado en su casa.
Saliendo del juzgado pensó en lo poco que necesitó amañar las pruebas en este juicio, a ver si para su próximo crimen era más meticuloso y no necesitaba hacer trampas.
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