ENTRE LINEAS
Un hilo inconsciente, a punto de romperse pero aferrado a lucha sostiene mi mente, mis percepciones descongelan rituales que había guardado en el sueño del invierno y renacen al calor, a la necesidad, a la esperanza de volver a jugar para no destrozar hambriento de muerte mis recuerdos, esos mismos que inocentes salvan y condenan. Borrosos son imágenes que en ocasiones no distingo pero siguen siendo la llama bajo el llanto de un cielo lluvioso.
Hoy las conexiones son fantasmas parados en la pata de la cama y no comprendo los murmullos salados del verano de sueño espantado por los pensamientos confusos delineados con la incertidumbre que mas allá del miedo solo es un camino muy pisado, es haber estado ahí parado frente a la puerta y no haberla cruzado, no ser capaz de retroceder y leer las hojas que queme cuando lo vi mirándome con mis ojos desde el espejo, ese momento, ese fotograma detenido frente a mi, tan pálido, demacrado con la boca partida de humo envenenado, mordiéndose los labios para no delatarse convencido de que no me percato de su presencia mientras respira agitado, creyéndonos diferentes y quizás ese sea su error o el mío creernos iguales, depende del circulo, del sol y sobre todo de ella.
Escuche el silencio del final en su silencio, esas palabras que solo puede callar el y en el alma al tiempo naciendo una voz, hermosa, divina de ceniza, de amor y no me sentí solo aun parado frente al laberinto de reflejos que nos ilumina entre sombras a el y a mi. Me sentí libre con la raya de la luna en la espalda brillando entre poemas, me sentí capaz de sostener la mirada que me clava con fuerza para ocultar que tiene tanto miedo como yo y el alma al mismo tiempo naciendo una voz, creciendo hermosa, divina de ceniza, de amor, se disuelve en los latidos, me estremece, vuelve el sueño y despertar. Fiebre.
|