Sumergido me encuentro…sumergido estoy. No veo nada, no oigo nada. Me encuentro en el interior de un mar de oscuridad, un mar en donde se mezclan mis más perversos secretos, mis más perversas emociones, mis más perversos sentimientos.
Frío a mí alrededor. No veo nada, no oigo nada. El frío que reina en este flujo de estos repulsivos elementos. Me siento sucio, lleno de algo que me daña el alma, algo que me corroe, algo que me descontrola…El reflejo de mis propios pecados.
Se que estoy aquí, ahogado, por mi propio ser, por mis propias acciones. Esto no es más que la consecuencia de todas aquellas cosas que hice, todas aquellas cosas que dañe y todas aquellas personas a las que perjudiqué…Incluyéndome a mi mismo.
¿Por qué será que no puedo salir? Todos mis esfuerzos están dirigidos a tratar de surgir, a tratar de elevarme y poder vislumbrar una vez más la luz de la inocencia. Pero cada vez que trato, un torbellino de tentaciones me atrapa y me hunde a lo más hondo y oscuro nuevamente. ¿Será acaso que no podré escapar de aquí?, ¿Será acaso que estoy condenado a permanecer el resto de mi vida hundido en la negrura? Se que no me puedo rendir, porque el hacerlo significaría mi perdición…significaría mi muerte.
Debo aferrarme nuevamente a la ilusión de que se puede lograr, de que las malas acciones no son más que manchas que pueden ser lavadas…Pero ¿Cómo vencer al torbellino de tentaciones? Es muy fuerte y descomunal para poder ignorarlo. Debo hallar la forma de burlarlo, la forma de vencerlo… Pero creo que es allí donde esta mi error, es por eso que no puedo escapar. No debo tratar de vencerlo, pues hacerlo es imposible. Quizás solo deba llegar a él en lugar de tratar de medir mis fuerzas con las suyas. Porque solo compartiendo con él podré entenderlo, podré comprender su origen, podré encontrar su verdadera esencia.
Debo entender que el torbellino de las tentaciones siempre estará allí, pero también hay una forma de lidiar con él…Solo debo darme algo de tiempo para nadar en sus brazos de vendaval, más no debo permitirme dejarme manchar por sus acciones.
Y una vez que lo haya comprendido, una vez que haya encarado a su verdadera naturaleza. Pueda él liberarme, pues no es más que un incomprendido, y quizás solo quizás, haciendo uso de mi determinación y mi fe en la divinidad, pueda yo salir de este océano oscuro y pueda sentir una vez más la brisa, la luz, la paz y la satisfacción de haber encarado a mi propia sombra, haber triunfado y haber logrado por fin surgir de las tinieblas y ser abrasado una vez más por la luz de la inocencia.
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