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Los Grunchs eran...


Mientras escarbaba con sus manos sangrientas, callosas, pero sangrientas, se ayudaba con palancas, mazas y todo tipo de herramientas, no podía olvidar el dulce canto, susurro silbante que llegaba a sus oídos desde el otro lado del túnel taponado por la destrucción humana.
__ Canto de sirenas__decía el anciano ya desaparecido que contara historias
entre hierros de rieles retorcidos, escombros, cajones, donde la gente se sentaba para escuchar lo que él sabía.
_”Si, pálidos niños de este mundo subterráneo. Todo empezó un 15 de Enero de 2003, lo inició un vaquero diminuto... de estatura y de ideas. Creyó que podía dominar el mundo y pobló de destrucción la superficie del planeta, haciéndonos creer que eran cánticos libertarios, y sólo eran cantos de sirenas.”
Juan seguía moviendo escombros, en una tarea titánica, apoteótica.
Llevaba trozos de mampostería, ladrillos, hierros que, por el tamaño, a veces se ayudaba con una barra de hierro, haciendo palanca para desplazar los trozos enormes y pesados.
Sí, él era Juan. Antes Jhony, de niño. Cuando preguntaba, teniendo unos siete años, por qué El Sabio le decía Juan, el anciano relator de historias y leyendas respondía:
__Juan es tu verdadero nombre, el de antes que comenzáramos a escuchar cantos de sirenas y llenáramos de nombres raros la ciudad, en las marquesinas de los comercios.
Pero, Juan- o por momentos Jhony- seguía removiendo escombros con el anhelo de llegar al otro lado del túnel, después de la estación Once de la línea A de subterráneos y se decía más a sí mismo, que al anciano ya desaparecido y con quien él seguía conversando, para combatir la asfixiante soledad, más densa y pesada que el casi aire irrespirable de los túneles donde cuando la hecatombe se refugiaran muchos de sus ancestros.
__Solo trato de comunicarme con los otros, Abuelo. Tú decías que ese mundo de afuera, o de arriba con su sol y verdes árboles, a pesar de la contaminación, solo lo verían mis hijos o nietos. Y yo soy el único sobreviviente en estos túneles.
En lo ensimismado de la solitaria charla no percibió que un considerable trozo de mampostería cayo sobre su mano derecha, con tan buena suerte, que solo le reventó la yema de su dedo pulgar.
Largo maldiciones a sus nuevos dioses
__¡ Mierda! Dioses de la Luz y Demonios seculares de las Profundidades.
Siempre ustedes en lucha eterna y los humanos pagando las consecuencias.
Se anudo el dedo con un trozo de tela que hacía las veces de pañuelo de bolsillo, servilleta y ahora transformado en sucia venda.
Y... superando el dolor siguió trabajando en lo que él llamaba su Libertad y
Descendencia. Y siguió moviendo escombros en el túnel que conducía hacia la estación Pasco, la siguiente de Once que tenía todas sus salidas tapadas por escombros que en la demencia de los hombres guerreros, hizo que la parte del primer piso de la estación se derrumbara, taponando la siguiente.
Además por la radiación y el enemigo de afuera, ellos taparon otras para evitar la entrada, que aunque fueran del país, hacían cualquier cosa para resistir. Robar, violar, y hasta seguir matando, sin importar, si eran hermanos de un mismo suelo, o hermanos de tierras vecinas, que eligieran nuestro país como si fuera el suyo. Todo por la supervivencia se justificaba, como no aplicar la xenofobia, para lograr los deseos más abyectos, tanto se lo había usado en el pasado.
Y... debieron defenderse de los de arriba, siendo ellos, por quien sabe que jugarreta del destino, los de abajo. Así eran los de arriba.
__Dioses__exclamo__ Estoy cerca__se dijo__ al escuchar el canto melodioso y arrullador. Es vos de mujer.
Y con más ahínco escarbo y escarbo.
Sus uñas quebradas, sucias y sangrantes eran garras que devoraban los escombros, como si fueran margaritas deshojadas en el “me quiere, mucho, poquito, nada.”
Del otro lado por la pequeña oquedad que ya había logrado, se podía observar la llama de una antorcha.
Y ella, la grunchs, comenzó desde su lado a ayudarlo.
Cuando Juan paso hacía el otro lado por el boquete, la observo en todo su esplendor.
Ropas de un raro uniforme, negro gris, ajustadas que resaltaban su belleza de ojos claros, melena rubia, pechos turgentes, incitadores a la Libertad y la Descendencia.
__Bienvenido, amigou.
Le dijo la grunchs con una sonrisa más incitadora que su cuerpo.
Juan dejo pasar por alto la forma en que dijo amigo, con tan pequeño defecto ¿quién no podría vivir?
Hasta le resulto agradable.
Comieron algo de mendrugos que se intercambiaron y ella...
Comenzó a cantar con sus melodiosos gorjeos, mientras él tenía su cabeza en el regazo de ella.
La mujer le acariciaba el rostro, el cuello, mientras se lo iba limpiando.
Juan se adormecía con ese canto de sirena y mientras iba cerrando los ojos vio un distintivo sobre la gruesa camisa de la mujer. Un rectángulo con barras horizontales, rojas y blancas. Sobre uno de los extremos superiores un cuadrado azul con diminutas estrellas plateadas.
Debajo su nombre Bus.T, Georgina.
Cuando cerro los ojos dijo a su amigo ya muerto:
__Ves, Sabio Anciano, su canto es como una canción de cuna... y yo tuve tan pocas.
En ese instante, sintió un agudo dolor en la yugular. Parecía que gruesas agujas de tejer penetraban en su carne.
Pero no pudo reaccionar. El dulce canto de la mujer grunchs lo seguía adormeciendo, mientras de su boca también salían hilillos de sangre.
Lugo cuando lo tubo totalmente dominado y con un trozo de carne de Juan entre sus dientes, con la boca llena dijo:
__¡Malditos Latinos! Nunca se acaban
La mujer grunchs era caníbal, como sus antiguos ancestros. Aunque ellos se devoraban a la gente de otra manera. Para eso no era necesario comérselos literalmente.
De pronto la mujer Grunchs se arqueo hacia atrás, mientras desde su pecho vio aflorar una lanza con punta de pedernal.
Le corto el cuero cabelludo y luego la cabeza que coloco en la punta de su lanza.
La voz del hombre sonó vengativa:
__ Esto lo aprendimos de ustedes. Lo del cuero cabelludo lo empezaron los grunchs y no los dueños primeros de sus tierras.
Y agregó:
__Solo espero no nos transformemos en lo que siempre fueron ustedes.
Mientras escalaba una escalera de soga de la cual descendiera y que colgaba de la tapa rejilla que los viejos subtes tenían par renovar el aire contaminado de los túneles con, vaya ironía, aire contaminado por los caños de escape de los automóviles.
Volvió su cabeza mirando el cuerpo de la grunchs decapitada y dijo
__ ¡Sí! ¡ Los Latinos nunca se acaban!
Salió hacia la superficie y observo el sol. Límpido, augurando días felices.
Cada vez en el planeta había menos grunchs.

FIN
Hecho el 14/02/2003.
En vísperas de lo que podría ser la 3er. Guerra Mundial...
Y deseando que ella no llegue.
Al repasar estos escritos compruebo que en los primeros días de Marzo de 2003, ya esta cercada Irak con ciento de miles de soldados de USA.
Han comenzado a devorarnos los grunchs. ¿Perdón, quise decir siempre?
Sí. Seguro.

Texto agregado el 16-11-2003, y leído por 296 visitantes. (1 voto)


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