Nada desgasta tanto como no poder gritarte cuánto es que te quiero. Las frases que se reconstruyen mil veces en mi cerebro jamás salen tan bien, sino tengo clavados tus ojos. Me voy cansando de vivir con tu sombra. Reconosco en mi actitudes deliciosamente enfermizas. Caí y aún no hay quejas. Y aunque sea cuestión de horas bajarme otra vez del trapecio, cada minuto lo saboreo eterno. Sólo por no tener la certeza de que todavía me acompañas. Es que nada desgasta tanto como no poder gritarte cuánto es que te quiero. Voy a seguir inmóvil e inconstante hasta que tu sonrisa se choque de nuevo con mis sombras y podamos retomar o retornar.
Texto agregado el 17-01-2006, y leído por 250 visitantes. (1 voto)