Mira allá están los besos que murieron en batalla.
En la colina descansa el primero,
cayó en un momento de atrevimiento,
como un fruto que el viento arrancó de la rama.

Aquel murió de fuego,
se consumió en el vientre;
su vida fue intensa,
sólo hay escombros y cueros retorcidos
y aun laten mis labios de ardor al recordarlo.

Espero otro beso,
sin espinas,
sin que sea flama,
sin que sea cielo,
un beso que más que amante
venga de una boca compañera.
La boca que te nombra
como si nunca existiera una segunda vez
y que lo mimas en tus oídos
y te dices:
qué nombre más bello cuando tú me lo silvas
¿ Dónde está el beso que no he encontrado?