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Que ganas de gritar y maldecir mis pies.
Si ni siquiera se que tengo que escribir. Solo lo hago porque no aguanto este infierno. Es caluroso, es sofocante. La frialdad de su mirada. La indiferencia y la demostracion de no preocupacion. Me han llevado a un estado catatónico, caótico, y melancólico.
Hablar con una pared. Conversar con un cuadro de picasso. Comer albóndigas de aire. Beber licor de soledad. Se asemeja a vivir creyendo estar vivo, cuando tu estado es muerte. No se puede jugar al tenis si no hay otro jugador. No se puede llevar a cabo un diálogo cuando solo existe uno solo; monólogo.
Es diferente cuando se tiene un poco de certeza. Es diferente cuando se tiene un poco de cabeza entre tanto corazón.
Es diferente cuando se tiene un poco de esperanza. Ahora entiendo. Jajajajaja.
Una cosa me lleva a la otra. Soy un conductor eléctrico de cobre. Soy un maldito pedazo de eslabón monofásico, bifásico, o trifásico. Me convierte en algo útil, pero no considerado. Si se estropea, se tira, o se cambia por otro.
Es una paradoja; me electrocuto a cada instante. Solo que mis cabellos no se queman, no se ponen negros, ni me sale humo del cuerpo. Todo es al revés. Me da un shock eléctrico y nadie se percata. O creo que nadie lo hace.
Es tan extraño cuando se te va la esperanza. Parece un campeonato de volantines. Se eleva, se cae, se remonta, se va cortado, y luego un cabro chico lo va a buscar con una caña arriesgando su vida atravesando plena carretera ante decenas de autos. Y después, se eleva otra vez, si no ha caído en los cables del tendido eléctrico. Así es.
Se siente como se va, como se cae, como se cortan sus tirantes, y cuán arriesgado camino prosigue, ante las manos inmundas de "bastardos" (chiquillos sin padres) juguetones.
Me cae una enorme piedra en mi estómago, y tengo que seguir fingiendo que no me duele.
Espero que nadie haga algo, y que alguien haga algo. Si o no, no lo puedo esperar ni saber...
Entre tanta confusión, solo se una cosa. Debo seguir esperando con mi suerte en las manos de un cambiante viento,y de un hilo delgado. Solo Dios sabe cuánto puede volar un alma, entre los vientos de la esperanza.
Pero yo quiero, seguir esperando, en este fatal laberinto.
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